La teoría de
la Distorsión sugiere que la mayoría del material contenido en una experiencia
de encuentro cercano con OVNIs (tipología de humanoides y características de
los platillos voladores) es suministrado por el inconsciente individual del
testigo en comunicación y sintonía con un agente externo desconocido. Además de
esto, el incidente puede tener elementos propios del inconsciente colectivo y
sus arquetipos.
La
participación de un agente externo independiente, se confirma por la irrupción
de ciertos aspectos en las experiencias que suelen ser comunes en centenares de
incidentes. Por ejemplo, que los humanoides disparen flashes de luz a los
testigos, independientemente de su aspecto, altos, bajos, humanos, monstruosos,
etc. Además la existencia de huellas físicas en el terreno o sobre el testigo,
indica que el operador ignoto es capaz de otorgar “materia efímera” a una
vivencia, que en su funcionamiento y puesta en acción es más propia de las
experiencias oníricas que de la realidad.
Emulando a
un director de cine, el agente externo consigue mantener un guión “homogéneo” y
hasta cierto punto coherente (con la lógica propia del mundo de los sueños) con
la escena que se quiere representar, en el caso que nos ocupa, la visitación
extraterrestre, “eliminando” y “censurando” todo material inconsciente que
pueda entorpecer o desviar los objetivos básicos de la experiencia. El agente
externo solo utiliza los elementos inconscientes más útiles del testigo para
conformar su representación “teatral”: la forma del “platillo volador”, la
vestimenta de los humanoides, su aspecto físico, su altura, etc. Y dependiendo
de la capacidad imaginativa del testigo (Creatividad Onírica) y sus recursos
inconscientes (literatura, cultura, cómics, cine, etc...) la experiencia
contendrá mayor o menor cantidad de detalles.
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Un extraño objeto aterrizó en Voghenza |
En el siguiente caso que vamos a exponer
ocurrido en Italia en 1951, pero divulgado en el año 1978, comprobaremos como
muchas de las características observadas en los humanoides fueron plasmadas en
la portada de una revista de ciencia ficción estadounidense publicada en 1957.
Sin tener, aparentemente, conexión un incidente con otro, las semejanzas son
notables, lo que explicaría que en la imaginación colectiva estarían contenidos
todos los “ingredientes” de ciencia ficción necesarios para que brotaran este
tipo de encuentros. En
Voghenza (Voghiera, Ferrara) el 14 de agosto de 1951, sobre las 13:00 horas, H.
B. agricultor y albañil de 57 años, realizaba un trabajo de mantenimiento en el
cementerio local cuando sintió una intensa ola de calor en su espalda a la vez
que escuchaba un extraño ruido. Al darse la vuelta observó una enorme mancha
que caía del cielo. Se trataba de un objeto metálico resplandeciente de unos 6
metros de diámetro. El artefacto tenía forma alargada, en la parte superior
tenía una cúpula con varias aletas verticales, donde había varias ventanas
redondas de color azul. En su centro una especie de anillo que giraba con la
cúpula. La parte inferior tenía la forma aproximada de un embudo y estaba
inmóvil. A poca velocidad, el artefacto aterrizó a unos 50 metros del testigo,
apoyado en 3 patas telescópicas que surgieron de la base del objeto. En ese
momento se abrieron dos puertas laterales y salieron dos escaleras.
Inmediatamente desembarcaron 6 humanoides de 1,20 metros de altura.
Vestían
brillantes trajes blancos de una sola pieza, con unas botas que les llegaban
hasta las rodillas. En la cintura portaban un cinturón con unas “lentes
alargadas” de color verde. En la cabeza llevaban un casco de material
transparente del que sobresalían tres antenas finas, dos a cada lado y una en
el centro. Sobre la espalda tenían un depósito del que surgía un tubo que se
unía al casco por debajo de la barbilla. Los brazos de los humanoides eran muy
largos en relación al cuerpo. Llevaban un objeto alargado en las manos que
parecía algún tipo de arma parecida a una escopeta. Cuando se aproximaron al
testigo, hasta unos 5 metros de distancia, este pudo observar mas detalles del
rostro de los seres. Sus rasgos faciales eran de aspecto simiescos, la cabeza
alargada, tenían los pómulos salientes, los ojos redondos y azules, su piel era
blanca, y el que parecía “jefe” del grupo llevaba una barba de color roja.
El resto de
la cabeza estaba cubierta por un material ajustado de color oscuro. Uno de los
humanoides apuntó su “arma” contra el testigo y disparó una especie de “flash”
luminoso. H.B. tenía tanto miedo que no intento huir, aunque el “disparo” no le
causo ningún daño aparente. En ese momento el “jefe” le hizo un gesto amigable
con la mano, el testigo le devolvió el saludo, y el humanoide asintió con la
cabeza. De repente, todos los humanoides retornaron a la aeronave. Una llama de
color rosa surgió del embudo inferior, el objeto se elevó verticalmente a gran
velocidad, y en 2 segundos estaba fuera de la vista. Un trabajador del
cementerio, observó el vuelo de una luz cegadora. Sobre el terreno quedaron
marcas del aterrizaje, un círculo de hierba quemada y suelo desprovisto de vegetación
de unos 7 m de diámetro.
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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