El 12 de Marzo
de 1981 la vida iba a cambiar bruscamente para Juan González Santos a sus 42
años de edad. Como podía imaginar este afable funcionario que aquella mañana
iba a encontrase de bruces con unos “curiosos y nada sociables astronautas
americanos”. Sobre las diez y cuarenta minutos, conducía su furgoneta Ebro por
la nacional 340, en dirección a Pelayo, barriada situada a las afuera de
Algeciras, cuando vio a un lado de la carretera un "llamativo"
resplandor que llamó su atención. En un principio pensó que eran las luces de
una ambulancia y que se había producido un accidente de tráfico al margen de la
calzada, aunque bien entrado en el campo. A escasos metros del supuesto
incidente se hallaban unos repetidores utilizados por radio y televisión.
Nuestro protagonista detuvo su vehículo movido por la curiosidad, y al ir
acercándose a pie a la escena comprobó que aquello no era producto de un
percance como había imaginado.
El autor del reportaje junto al testigo y el investigador Pablo Villarrubia en el lugar exacto donde aterrizó el extraño artefacto (2008). |
Frente a él, a
menos de 25 mt distancia, protegido de la carretera por una hilera de
eucaliptos, se hallaba un objeto resplandeciente, en forma de cúpula de unos 4
metros de diámetro y 2 metros de altura (aunque con las patas podía medir casi
los 4 metros de altura), con 5 ventanas circulares en su parte delantera, siendo
mayor la del centro (50 cm aprox.), que parecía girar en el sentido contrario
de las agujas del reloj.
... HOUSTON TENEMOS UN PROBLEMA...
El intrépido algecireño anduvo en dirección al extraño artefacto, y por el camino pensó que tal vez podría tratarse de un modulo espacial americano con problemas, y ni corto ni perezoso decidió que podría saludar a los astronautas (SIC). Que noticia para contar en el pueblo, seguía cavilando, un encuentro con el mismísimo Apolo XI y sus tripulantes. Sin embargo, a pocos metros del objeto, se serenó un poco y decidió contemplarlo detenidamente parapetado tras un pequeño murete de piedras. "El cacharro -comentó Juan González al veterano investigador Gómez Serrano en una de las primeras entrevistas que le concedió- se apoyaba en unos soportes que parecían metálicos y telescópicos de mayor a menor rematando estos en unos pies o base en forma de cuenco. Todo ello -prosigue el testigo- era perfectamente visible desde donde yo me encontraba, que seria a unos quince o veinte metros del objeto ese posado en tierra. El color de este era gris metalizado como el aluminio bruñido. Aquel cacharro no tenía junturas ni tornillos o cualquier otra cosa que me fuera familiar. Aquello era un todo. Se veía compacto y solido, era increíble, allí en mitad del campo y a plena luz del día".
Dentro de aquella maquina había varios seres de aspecto humano. |
Los “americanos”, 4 o 5, según Juan González parecían conversar entre ellos mientras no dejaban de mirarle. El humanoide que se hallaba en el centro, justo en la ventanilla de mayor tamaño, fue el sujeto que mejor observó nuestro testigo pues en todo momento estuvo frente a él, parecía llevar unas “orejeras parecidas a unos auriculares”. Aunque parezca inaudito, nuestro testigo no pensó en aquellos momentos que se hallaba ante algo extrahumano. Tras unos 15 ó 20 minutos de observación, las patas y la escalerilla central se replegaron y el objeto, tras unos instantes estático en el aíre, comenzó a elevarse;"El cacharro aquel era totalmente silencioso pues estuve frente a el unos doce minutos y no escuche nada de ruidos. Sin embargo, añade, cuando el objeto empezó a trepidar (en el momento del despegue) con movimientos ondulantes, parecía que emitiera un silbido, como de aire comprimido, acompañado de una fuerte manga de aire absorbente que dejo un fuerte olor como a electricidad quemada (¿ozono?) que no sabría explicar muy bien".
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Cuando el testigo quiso acercarse al artefacto, de su parte superior surgió un rayo de luz que se lo impidió. |
Juan González añadió al final de la entrevista un detalle muy importante que me corroboro en una entrevista personal que mantuve con él a mediados de los años noventa: "durante el tiempo que estuve junto a la empalizada no escuche ningún ruido. Ni del artefacto aquel, ni de los coches circulando por la carretera general 340. A pesar de tener la carretera a unos treinta metros, no escuche ningún ruido pero tampoco vi pasar coche alguno, ni para Algeciras, ni para Tarifa. Aquello sí que era extraño. El silencio que yo notaba era impresionante. No se movían ni las ramas de los árboles ni las hojas tampoco".
Este dato hay que tenerlo muy en cuenta, ya que la carretera general Cádiz-Algeciras es de las más transitadas de la comarca. Gómez Serrano mostró al testigo gran cantidad de fotografías y dibujos de OVNIs para que éste intentara identificar el objeto que observó. Juan González, tras hojear varios libros, escogió la instantánea de un OVNI observado en la localidad italiana de Génova, y que fue enviada de forma anónima al periódico italiano Domenica del Corriere, el 23 de junio de 1963, sin ninguna otra información adicional. En la fotografía, que para muchos investigadores es autentica se aprecia un objeto metálico posado en tierra apoyado en tres patas telescópicas. Gómez Serrano y J.J. Benítez encontraron tres huellas en el terreno, producidas por un objeto de varias toneladas, y en algunas hojas de su interior se podía apreciar aun la forma de la base redondeada, en forma de cuenco, de las patas.
LOS EFECTOS DE LA DISTORSION… EN IMAGENES...
En las sucesivas
entrevistas que mantuve con Juan González Santos me explicó por qué pensaba, en
un primer momento, que aquella aeronave podía pertenecer a la NASA. Al parecer
,poco tiempo antes de producirse su avistamiento, el testigo había visto un
extenso documental en la televisión sobre la llegada del hombre a la Luna y pensó
que aquel artefacto que estaba posado en mitad del campo podía ser un modulo
espacial norteamericano. Pero estos no fueron los únicos datos de interés que
me facilitó Juan González Santos para poder realizar una reinterpretación de su
singular y espectacular experiencia. Bajo el prima de la teoría de la Distorsión, que plantea que un agente externo desconocido conforma y construye las experiencias de encuentros cercanos en función de los recursos, información e imágenes inconscientes del testigo, podemos rastrear el verdadero origen de cuanto observó y relató el testigo. Veámoslo en imágenes...
JOSE ANTONIO
CARAV@CA
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