La "Teoría de
la Distorsión sugiere que los encuentros cercanos con OVNIS y ufonautas no
deben interpretarse dejándose llevar por las apariencias del fenómeno, sino que
deben ser vistos como eventos complejos que están profundamente influenciados
por la psique humana y los filtros culturales de los observadores. Esta
perspectiva busca ir más allá de la visión tradicional de los OVNIs como
visitas de civilizaciones extraterrestres, proponiendo que el fenómeno podría
estar más relacionado con la mente humana y su interacción con porciones
desconocidas de la realidad que con entidades de otros mundos.
Desde hace
décadas, algunos de los incidentes más enigmáticos en el ámbito de la ufología
son aquellos en los que los testigos reportan interacciones directas con seres
desconocidos y acceso a supuestas naves espaciales. Estos sucesos, que a menudo
desafían las explicaciones convencionales, se han convertido en el foco
principal de estudio de la Teoría de la Distorsión. Según mi punto de vista, el
fenómeno OVNI no puede ser comprendido plenamente a través de explicaciones
tradicionales que lo relacionan exclusivamente con la posibilidad de
civilizaciones avanzadas provenientes de otros planetas y bajo parámetros extremadamente
humanizados, ya sean científicos o imaginativos. De hecho, la falta de
evidencia física concreta ha llevado a muchos expertos a reconsiderar esta vía
de interpretación, y en los últimos años, algunos estudiosos han comenzado a
preferir términos como "inteligencias no humanas" o "otras dimensiones"
en lugar de "extraterrestres".
Una de las ideas
clave de la Teoría de la Distorsión es que las observaciones de OVNIs están
profundamente moldeadas por los marcos culturales y psicológicos de los
testigos. Por ejemplo, las descripciones de seres y naves, en el siglo pasado, a
menudo incluyen elementos que resultan familiares para los humanos, como
escaleras, palancas y ordenadores con botones luminosos, lo que refleja más bien
una extrapolación de conceptos terrestres que una supuesta tecnología
alienígena avanzada. Por tanto no podemos considerar esta apariencia como evidencia
directa de una ciencia alienígena entre nosotros, sino más bien como parte de
un proceso más complejo en el que la mente humana procesa y decodifica
experiencias que no comprende bajo unos filtros adecuados.
Además, la Teoría
de la Distorsión establece conexiones entre los encuentros ufológicos y otras manifestaciones forteanas, como las apariciones marianas y las experiencias
psíquicas. Estas similitudes sugieren que todos estos episodios aparentemente
dispares podrían ser manifestaciones de un mismo fenómeno subyacente, que se
expresa de diferentes maneras según el contexto cultural y psicológico de los
testigos. Esto lleva a la conclusión de que la participación activa de los
observadores puede influir significativamente en la estética y la naturaleza de
las manifestaciones, lo que subraya la importancia de considerar el papel de la
mente humana en la interpretación de lo desconocido.
Uno de los
aspectos más intrigantes de los incidentes de proximidad con los platillos
volantes es su naturaleza impredecible y variable. A veces, estos encuentros
dejan evidencias físicas, como huellas en el suelo o quemaduras, mientras que
en otras ocasiones no dejan ningún rastro tangible. Esta inconsistencia, según
la Teoría de la Distorsión, no se debe al fenómeno en sí, sino a nuestra
capacidad de interactuar o percibirlo. Lo que apunta a que el fenómeno OVNI
podría ser un reflejo distorsionado creado por nuestra interacción psíquica con
una realidad desconocida, pero altamente moldeable e interactiva a nuestra
presencia.
En resumen, la
Teoría de la Distorsión propone que el origen del fenómeno OVNI podría
interpretarse como esporádicas señales emitidas por una "base de
datos" avanzada del universo o de nuestra realidad adyacente, que nuestra
mente no es capaz de procesar completamente debido a las limitaciones
inherentes a nuestra comprensión de la realidad y es por ello que la adorna y
embellece con potentes y fascinantes factores socioculturales que van cambiando
y evolucionando al ritmo de nuestra civilización.
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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