Los entusiastas de la hipótesis extraterrestre (HET) creen que tienen en su poder un as en la manga para confirmar sus ideas sobre el origen sideral de los OVNIS. Y es que consideran que los avistamientos detectados por el radar demuestran sin lugar a dudas que estamos ante objetos físicos y que solo la posibilidad de los visitantes alienígenas se ajusta a este parámetro. Sin embargo en la mayoría de debates que se argumentan los ecos del radar para defender las ideas basadas en las tuercas y tornillos, se pasa de puntillas sobre los encuentros cercanos con OVNIS. Y es por eso, que casi ningún defensor de la HET quiere profundizar en sus conclusiones más allá de las primeras y livianas capas ofrecidas por el fenómeno, o sea los avistamientos lejanos protagonizados por pilotos y radares, y para ello, no dudan incluso en despreciar, ignorar o reinterpretar el resto de la casuística, exponiendo o que se trata de engaños o episodios que nada tienen que ver con sus estimados extraterrestres. Solo de esta forma el radar se erige en una prueba de fe incuestionable, convertido en un interminable mantra que siempre resuena en cualquier conversación sobre la procedencia de los OVNIS para intentar (en vano) ahuyentar los miedos y recelos de cualquier otro planteamiento heterodoxo que ponga en aprietos la supremacía extraterrestre.
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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