Muchos investigadores consideran a Kenneth Arnold el padre de los platillos volantes por su icónico avistamiento de 9 extrañas aeronaves sobrevolando el monte Rainier (Washington) el lejano 24 de junio de 1947. De la misma manera estos estudiosos están convencidos que su asombrosa experiencia sirvió para el despegue de la ufología contemporánea. Sin embargo, personalmente considero que el relato de Arnold, fue una explosión comparable a la de una ojiva nuclear en el seno de la mente colectiva de la humanidad. Un espectacular resorte para abrir, una vez más, un universo plagado de todo tipo de seres, entidades y pavorosas criaturas, que a lo largo de la historia han necesitado de un poderoso, atractivo e incitador constructo cultural para poder abrirse paso hasta nuestra realidad. Kenneth Arnold no fue un simple testigo, fue el hombre/palanca que reactivó de una manera nunca antes vista antes, unas fuerzas atávicas que estaban a punto de perecer bajo el yugo de la modernidad, el microondas, la televisión y el código de barras.
JOSE ANTONIO CARAV@CA
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