lunes, 2 de septiembre de 2019

DISTORSION: LA TEORIA QUE LO CAMBIA TODO







¿Qué pasaría si el fenómeno OVNI fuera algo radicalmente diferente de lo que pensamos? ¿Y si este paradigma obedeciera a otras causas muchas más complejas y enigmáticas que las ofrecidas, hasta el momento, por la hipótesis extraterrestre (HET)?

Y es que los archivos de los investigadores no ofrecen dudas. Hay preguntas que la HET no puede resolver. Los miles de encuentros con estas misteriosas manifestaciones describen una casuística que prácticamente es infinita en cuanto a tipología de los supuestos ocupantes de los platillos volantes, y otro tanto con la forma de sus «naves espaciales». Como si existiese un tipo de «extraterrestre» por cada persona que denuncia su aparición. Por no hablar que, los incidentes mas próximos con el fenómeno y las supuestas conversaciones con las entidades que «pilotan» estos artefactos, están repletas de incongruencias y sin sentidos.  De un autentico galimatías incomprensible. Y por si fuera poco, hay multitud de informes donde se registran percepciones extrasensoriales, contactos telepáticos, extraños sueños, fenómenos paranormales, poltergeist, etc. que desdibujan por completo nuestra perspectiva inicial y simplista de la cuestión ufológica desde la óptica «extraterrestre».

EN EL INTERIOR DE LOS ENCUENTROS CERCANOS

Lo primero que nos demuestra un análisis profundo y desapasionado de los avistamientos OVNIs es que nos enfrentamos a un paradigma mitad físico y mitad psíquico. Como si estos «objetos» y las «entidades» que los acompañan, estuvieran manifestándose en una difusa frontera entre lo real y lo imaginario. Entre posible y lo sobrenatural. Además, pese a lo que se pueda creer los casos OVNIS en su conjunto no ofrecen una trama coherente que se pueda rastrear en el tiempo ni en el espacio, sino más bien todo lo contrario. Son sucesos que, aun compartiendo el mismo trasfondo, la supuesta visitación extraterrestre, se desarrollan de forma independiente y con elementos propios e intrasferibles. Ya que en la mayoría de las ocasiones las descripciones de los ocupantes, enseres y naves no vuelven a encontrarse o repetirse en otro testimonio OVNI. Pero ¿es esto posible? ¿Qué nos indica todo esto? Pues sencillamente que los avistamientos OVNIs son eventos imprevisibles más allá del esqueleto básico que anotamos en casi todos los incidentes; que se verá «algo» en el cielo, que aterrizará y de que este «algo» descenderán sus ocupantes. Pero poco más se podrá anticipar, ya que el contenido de los encuentros será «estéticamente» diferente de una narración a otra, al verse transformados por completo los personajes (humanoides, entidades, ocupantes…) y objetos (platillo volador, trajes, escafandras, etc). ¿Y por qué se produce esto? Pues porque la psique de los observadores influye determinantemente sobre el paradigma observado. Estas manifestaciones son totalmente permeables a la presencia de los testigos, y se «transfiguran» en función de aspectos concretos socio/culturales asociados a los individuos que protagonizan este tipo de experiencias.

LA TEORIA DE LA DISTORSIÓN

La Teoría de la Distorsión defiende que un «agente externo» desconocido contacta/conecta con la psique de los testigos, en el momento previó a la aparición de un OVNI, para proyectar una especie de imagen tridimensional, indistinguible de la realidad que la arropa, donde estará representada toda la escena de la visitación extraterrestre, platillos volantes y ocupantes incluidos. Aunque hay que tener claro, que la mayor parte de esta escenografía se construiría, a partir del material psíquico que el agente externo extrae de la mente de los observadores (recuerdos, hobbies, cultura, etc.). Por lo que estaríamos frente a una impresionante «arquitectura psíquica» (no confundir con una alucinación, sugestión, trastorno mental, delirio, histeria colectiva, etc.) de naturaleza y finalidad desconocida. Por tanto, esto explicaría, de entrada, porqué la mayoría de incidentes son intangibles y de apariencia efímera, donde los «ocupantes» y sus «máquinas» no dejan huellas y pueden atravesar los objetos sin problemas. Para el testigo y demás observadores que lo acompañen, esta imagen será real, concreta y nada la distingue de la realidad que la rodea. Además, los «personajes» de esta proyección interaccionan con el testigo, y el medio como si realmente estuviera allí.  Y es que al tratarse de una proyección «fabricada» en el mismo momento de la conexión con el «agente externo», nada de lo sucedido durante una experiencia ovni obedece a una realidad empírica, ni tiene una continuidad física en nuestro universo después de que el encuentro haya concluido. O sea, los humanoides, la nave y las acciones registradas en un episodio ufológico no tienen una existencia real, más allá de su efímera presencia durante la proyección ante los testigos. Y, por tanto, nada de lo reportado volverá a repetirse exactamente en otro evento ovni. Sencillamente porque nada de lo manifestado existe fuera de la «proyección» creada para la ocasión. Y en un próximo encuentro ovni, al cambiar la «fuente» (el testigo) de donde surgen los principales elementos visuales/estéticos que conforman la proyección, la experiencia se reinicia casi desde cero. Por lo que los investigadores solo podemos estudiar el «durante», ya que el «antes» y el «después» a la proyección, simplemente, no existen.  Y es por este «mecanismo psíquico» por lo que hasta la fecha no hemos podido establecer muchas conjeturas sólidas sobre los ovnis, ya que su actuación es espontanea, no premeditada, y orquestada en realidad, no por el propio fenómeno, sino por la creatividad aportada por cada testigo que interacciona con el agente externo. Todo se «crea» y se «proyecta» en el mismo momento de la conjunción de la psique humana con este detonador ignoto, desde la estética de los presuntos alienígenas hasta su comportamiento. En cada episodio ufológico asistimos al reinicio del concepto «visitación extraterrestre» bajo la particular «óptica» de cada testigo que modifica hasta el infinito el esqueleto interno que define este paradigma (nave extraterrestre y ocupante). Solo entendiendo que son vivencias globales, pero subjetivizadas por la participación activa de la psique de cada testigo, despojaremos de todo misterio estos encuentros.  La presencia de materia o no en los incidentes, que provoca huellas o efectos cuantificables sobre el medio o las personas, estaría determinado por la capacidad de cada testigo, de «energetizar» su encuentro para que partes o la totalidad de la manifestación creada en conjunto con el «agente externo» fueran físicas. Pero ¿qué o quién origina este fenómeno?

EL «AGENTE EXTERNO»

Sobre el origen de estas manifestaciones podemos decir que, a lo largo de los siglos, bajo diversas etiquetas, el ser humano ha protagonizado diversos encuentros con criaturas, entidades y seres desconocidos (daemones, ángeles, hadas, demonios, criaturas monstruosas, etc.) que probablemente obedecen a este mismo fenómeno, que se ha ido modificando con el paso del tiempo. Y esta modificación o evolución en su apariencia externa no obedece a un perfecto camuflaje del fenómeno, sino que es fruto de la propia participación del ser humano en su creación. Ya que como no puede ser de otra manera todas las apariciones, en sus distintos contextos, son sincrónicas con los intereses, avances y cultura de la época. De la misma manera que las informaciones obtenidas de estas manifestaciones no dejan de ser meras distorsiones de conceptos e ideas humanas. El «agente externo» sirve como perfecto catalizador para que nuestra psique pueda tener esporádicos «contactos» con otra realidad que se nos escapa a nuestros sentidos ordinarios. Desde esas dimensiones inexploradas, que coexisten con las nuestras, el «agente externo» estaría intentando a través de múltiples y diferentes contactos comunicarse con los seres humanos (de forma individual) para mostrarnos aspectos dormidos de nuestra conciencia, o quizás, tan solo servir de guía encubierto de un vasto y desconocido universo cognitivo. Pero hasta ahora solo estamos percibiendo las «interferencias» provocadas por nuestra inmersión no controlada en este viaje a las profundidades del otro lado…

 
 
 

JOSE ANTONIO
CARAV@CA

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