martes, 1 de octubre de 2019

TEORÍA DE LA DISTORSIÓN: DE LO GLOBAL A LO INDIVIDUAL

 









Incluso si mañana una nave espacial extraterrestre aterrizara en los jardines de la Casa Blanca ante el objetivo de miles de teléfonos móviles, y se confirmara oficialmente la existencia de vida fuera de nuestro planeta, aún nos sería muy complejo explicar los miles de incidentes de OVNIs reportados en las últimas 7 décadas. Y es que el fenómeno OVNI presenta varias incógnitas que serían difíciles de resolver, a pesar de que tuviéramos sobre la mesa la certeza de la realidad extraterrestre.  Sobre todo, porque en sus numerosas apariciones los OVNIS presentan aspectos aparentemente irreconciliables con nuestra ciencia, ya que parecen ser fenómenos mitad físicos y mitad psíquicos, y se manifestaban en una borrosa frontera entre lo real y lo imaginario.
¿Pero por qué decimos esto? Si hacemos caso de los informes acopiados por los investigadores tenemos, aparentemente, cientos de razas alienígenas diferentes en altura, apariencia física, vestimenta, etc., visitándonos, además de una flota de «platillos voladores» de las formas y tamaños más diversos y extraños. Por no mencionar el absurdo y desconcertante comportamiento mostrado en innumerables ocasiones por la elusiva tripulación de OVNIs que parecen estar locos o tienen un gran sentido del humor. Como si este galimatías intergaláctico no fuera suficiente, los ufólogos no han sido capaces de componer una trama global que pueda unir en una sola y coherente historia al menos una docena de estos incidentes, y además, los casos en los que se registran percepciones extrasensoriales, contactos telepáticos, sueños extraños, fenómenos paranormales, poltergeist, etc., confunden y diluyen completamente nuestra percepción inicial y simplista de la cuestión. Es como si el fenómeno OVNI se reiniciara en cada episodio mostrando variaciones infinitas e impredecibles del mismo concepto; la visitación alienígena. ¿Pero a qué nos enfrentamos? ¿Estamos tratando con astronautas extraterrestres o con otra cosa?
Decenas de investigadores señalan que el paradigma OVNI tiene poco o nada que ver con la hipotética presencia de extraterrestres en nuestro planeta, y que los informes nos ofrecen una multitud de pistas que indican que el fenómeno tiene un extraordinario componente «psicológico» incrustado en él. Y profundizando en esta premisa, la Teoría de la Distorsión quiere ir más allá, diseccionando los casos e intentando encontrar pistas ocultas. Y después de un análisis detallado de cientos de eventos, hemos concluido que los encuentros cercanos de OVNIS son el producto de una elaborada «arquitectura psíquica» que surge como consecuencia de la conexión entre un agente externo desconocido y la psique de los testigos. Y como resultado de esta conexión se «proyecta» una imagen tridimensional, indistinguible de la realidad que la rodea, que puede interaccionar (en ocasiones) físicamente con el medio que la rodea y ser observadas por mas personas.
Aunque debemos tener claro que la mayor parte de esta escenografía se construiría a partir del material psíquico que el agente externo extrae de la psique de los observadores (recuerdos, aficiones, cultura, etc.). Por lo tanto, si estamos ante algún tipo de proyección, esto explicaría, para empezar, por qué la mayoría de los incidentes son intangibles y de apariencia efímera, donde los «ocupantes» y sus «artefactos» no dejan rastros y pueden pasar a través de los objetos.
 
La casuística OVNI está repleta de incidentes diferentes
 
 
 
 
Los eventos OVNIs son impredecibles más allá del esquema interno básico que se registra en casi todos los incidentes: «algo» se verá en el cielo, aterrizará y de este «algo» descenderán sus ocupantes. Pero poco más se puede anticipar, ya que el contenido de las experiencias será «estéticamente» diferente de una narrativa a otra, ya que los personajes (humanoides, entidades, ocupantes...) y objetos (platillo volador, trajes, pistolas...) involucrados en la proyección se crean y modifican por la participación individual de cada testigo.
Por lo que si se trata de una proyección «fabricada» en el momento mismo de la conexión con el agente externo, nada de lo que ocurrido durante una experiencia OVNI obedece a una realidad empírica, ni tiene continuidad física en nuestro universo después de finalizado el encuentro. En otras palabras, los humanoides, la nave y las acciones registradas en un episodio de OVNI no tienen una existencia real, más allá de su presencia efímera durante la proyección ante los testigos. Y, por lo tanto, nada de lo reportado se repetirá exactamente en otro evento OVNI, simplemente porque nada de lo representado existe fuera de la «proyección» creada exclusivamente para la ocasión. Y en un próximo encuentro con OVNIs, al cambiar la «fuente» (el testigo) de la que emergen los principales elementos visuales que componen la proyección, la experiencia casi se reiniciará desde cero. Los investigadores de OVNIs sólo pueden estudiar el «durante», ya que el «antes» y el «después» de la proyección simplemente no existen.  Y es por este «mecanismo psíquico» que, hasta la fecha, no hemos podido establecer muchas conjeturas sólidas sobre los OVNIS, ya que su acción es espontánea, no premeditada, y de hecho orquestada, no por el fenómeno en sí, sino por la creatividad de cada testigo que interactúa con el agente externo.  Todo se «crea», «gestiona» y «proyecta» en el mismo momento de la conjunción de la psique humana con este detonador desconocido, desde la estética de los presuntos alienígenas hasta su comportamiento.
En cada episodio ufológico asistimos a la reanudación del concepto de «visita extraterrestre» bajo la «óptica» particular de cada testigo que modifica en gran medida el esqueleto interno que define este paradigma (nave extraterrestre y ocupante). Además su componente marcadamente absurdo, bautizado por el brillante investigador Ignacio Darnaude como un «teatro cósmico», con acciones y diálogos carentes de lógica, sería la consecuencia de esta construcción psíquica que se desarrollaría en un proceso similar al que se reproduce durante nuestras etapas del sueño. Y no tendrían ningún otro significado trascendental ni oculto, más allá de ser el resultado de un elaborado proceso psíquico compartido. Por lo tanto, como conclusión general  podemos decir que los encuentros cercanos con OVNIS son fenómenos impredecibles, por lo que ha sido un grave error analizar y comparar la casuística OVNI en su conjunto, ya que presenta claramente episodios absurdos y desconectados, debido a que el verdadero significado de estas experiencias sólo puede ser interpretado/decodificado a nivel individual, caso por caso, teniendo en cuenta la influencia inconsciente del testigo en su conformación. Sólo entendiendo que estamos tratando con experiencias globales (que se pueden dar en cualquier parte del mundo), pero subjetivadas por la participación activa de la psique individual de cada testigo, comenzaremos a eliminar parte del misterio de estos encuentros.
La presencia o no presencia de materia en los incidentes, que provoca huellas o efectos cuantificables en el medio ambiente o en las personas, estaría determinado por la capacidad de cada testigo de «intensificar» su encuentro para que partes del mismo sean aparentemente reales.
 
Y si el fenómeno OVNI obedece a algún tipo de proyección que nos está sumergiendo en un universo «irreal»
 
 
 
 
 
¿Y qué o quién origina este fenómeno? En cuanto al origen de estas manifestaciones, podemos decir que, a lo largo de los siglos, bajo diferentes etiquetas, los seres humanos han tenido diversos encuentros con criaturas, entidades y seres desconocidos (demonios, ángeles, hadas, demonios, apariciones marianas, criaturas monstruosas, etc.) que probablemente obedecen a este mismo paradigma, que se ha ido modificando a lo largo del tiempo. Y esta modificación o evolución en su apariencia externa no es producto de un camuflaje perpetrado por el propio fenómeno, sino que es el fruto de la exclusiva participación del ser humano en su creación. Como no puede ser de otra manera, todas las apariciones, en sus diferentes contextos históricos, son sincrónicas con los intereses, avances y cultura de la época. De la misma manera que la información obtenida de estas manifestaciones no deja de ser una mera distorsión de conceptos e ideas humanas. El agente externo sirve como un catalizador perfecto para que nuestra psique tenga «contactos» esporádicos con otra realidad que escapa normalmente a nuestros sentidos ordinarios. Desde esas dimensiones inexploradas, que coexisten con las nuestras, el denominado «agente externo» estaría tratando, a través de múltiples y diferentes contactos, de comunicarse con los seres humanos (individualmente) para mostrarnos aspectos latentes de nuestra conciencia, o tal vez simplemente servirnos como un guía encubierto hacia un vasto y desconocido universo cognitivo.
Pero hasta ahora, la gran mayoría de las ocasiones, sólo estamos percibiendo las «inferencias» causadas por nuestra inmersión incontrolada en este viaje a las profundidades del otro lado.
 
 
 
 
 




JOSE ANTONIO CARAV@CA


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