Incluso si
mañana una nave espacial extraterrestre aterrizara en los jardines de la Casa
Blanca ante el objetivo de miles de teléfonos móviles, y se confirmara
oficialmente la existencia de vida fuera de nuestro planeta, aún nos sería muy
complejo explicar los miles de incidentes de OVNIs reportados en las últimas 7
décadas. Y es que el fenómeno OVNI presenta varias incógnitas que serían
difíciles de resolver, a pesar de que tuviéramos sobre la mesa la certeza de la
realidad extraterrestre. Sobre todo,
porque en sus numerosas apariciones los OVNIS presentan aspectos aparentemente
irreconciliables con nuestra ciencia, ya que parecen ser fenómenos mitad
físicos y mitad psíquicos, y se manifestaban en una borrosa frontera entre lo
real y lo imaginario.
¿Pero por
qué decimos esto? Si hacemos caso de los informes acopiados por los
investigadores tenemos, aparentemente, cientos de razas alienígenas diferentes
en altura, apariencia física, vestimenta, etc., visitándonos, además de una
flota de «platillos voladores» de las formas y tamaños más diversos y extraños.
Por no mencionar el absurdo y desconcertante comportamiento mostrado en
innumerables ocasiones por la elusiva tripulación de OVNIs que parecen estar
locos o tienen un gran sentido del humor. Como si este galimatías intergaláctico
no fuera suficiente, los ufólogos no han sido capaces de componer una trama
global que pueda unir en una sola y coherente historia al menos una docena de
estos incidentes, y además, los casos en los que se registran percepciones
extrasensoriales, contactos telepáticos, sueños extraños, fenómenos
paranormales, poltergeist, etc., confunden y diluyen completamente nuestra
percepción inicial y simplista de la cuestión. Es como si el fenómeno OVNI se
reiniciara en cada episodio mostrando variaciones infinitas e impredecibles del
mismo concepto; la visitación alienígena. ¿Pero a qué nos enfrentamos? ¿Estamos
tratando con astronautas extraterrestres o con otra cosa?
Decenas de
investigadores señalan que el paradigma OVNI tiene poco o nada que ver con la
hipotética presencia de extraterrestres en nuestro planeta, y que los informes
nos ofrecen una multitud de pistas que indican que el fenómeno tiene un
extraordinario componente «psicológico» incrustado en él. Y profundizando en
esta premisa, la Teoría de la Distorsión quiere ir más allá, diseccionando los
casos e intentando encontrar pistas ocultas. Y después de un análisis detallado
de cientos de eventos, hemos concluido que los encuentros cercanos de OVNIS son
el producto de una elaborada «arquitectura psíquica» que surge como
consecuencia de la conexión entre un agente externo desconocido y la psique de
los testigos. Y como resultado de esta conexión se «proyecta» una imagen
tridimensional, indistinguible de la realidad que la rodea, que puede
interaccionar (en ocasiones) físicamente con el medio que la rodea y ser
observadas por mas personas.
Aunque
debemos tener claro que la mayor parte de esta escenografía se construiría a
partir del material psíquico que el agente externo extrae de la psique de los
observadores (recuerdos, aficiones, cultura, etc.). Por lo tanto, si estamos
ante algún tipo de proyección, esto explicaría, para empezar, por qué la
mayoría de los incidentes son intangibles y de apariencia efímera, donde los «ocupantes»
y sus «artefactos» no dejan rastros y pueden pasar a través de los objetos.
La casuística OVNI está repleta de incidentes diferentes |
Los eventos
OVNIs son impredecibles más allá del esquema interno básico que se registra en
casi todos los incidentes: «algo» se verá en el cielo, aterrizará y de este «algo»
descenderán sus ocupantes. Pero poco más se puede anticipar, ya que el
contenido de las experiencias será «estéticamente» diferente de una narrativa a
otra, ya que los personajes (humanoides, entidades, ocupantes...) y objetos
(platillo volador, trajes, pistolas...) involucrados en la proyección se crean y
modifican por la participación individual de cada testigo.
Por lo que si
se trata de una proyección «fabricada» en el momento mismo de la conexión con
el agente externo, nada de lo que ocurrido durante una experiencia OVNI obedece
a una realidad empírica, ni tiene continuidad física en nuestro universo
después de finalizado el encuentro. En otras palabras, los humanoides, la nave
y las acciones registradas en un episodio de OVNI no tienen una existencia
real, más allá de su presencia efímera durante la proyección ante los testigos.
Y, por lo tanto, nada de lo reportado se repetirá exactamente en otro evento
OVNI, simplemente porque nada de lo representado existe fuera de la «proyección»
creada exclusivamente para la ocasión. Y en un próximo encuentro con OVNIs, al
cambiar la «fuente» (el testigo) de la que emergen los principales elementos
visuales que componen la proyección, la experiencia casi se reiniciará desde
cero. Los investigadores de OVNIs sólo pueden estudiar el «durante», ya que el «antes»
y el «después» de la proyección simplemente no existen. Y es por este «mecanismo psíquico» que, hasta
la fecha, no hemos podido establecer muchas conjeturas sólidas sobre los OVNIS,
ya que su acción es espontánea, no premeditada, y de hecho orquestada, no por
el fenómeno en sí, sino por la creatividad de cada testigo que interactúa con
el agente externo. Todo se «crea»,
«gestiona» y «proyecta» en el mismo momento de la conjunción de la psique
humana con este detonador desconocido, desde la estética de los presuntos
alienígenas hasta su comportamiento.
En cada
episodio ufológico asistimos a la reanudación del concepto de «visita
extraterrestre» bajo la «óptica» particular de cada testigo que modifica en
gran medida el esqueleto interno que define este paradigma (nave extraterrestre
y ocupante). Además su componente marcadamente absurdo, bautizado por el
brillante investigador Ignacio Darnaude como un «teatro cósmico», con acciones
y diálogos carentes de lógica, sería la consecuencia de esta construcción
psíquica que se desarrollaría en un proceso similar al que se reproduce durante
nuestras etapas del sueño. Y no tendrían ningún otro significado trascendental
ni oculto, más allá de ser el resultado de un elaborado proceso psíquico
compartido. Por lo tanto, como conclusión general podemos decir que los encuentros cercanos con
OVNIS son fenómenos impredecibles, por lo que ha sido un grave error analizar y
comparar la casuística OVNI en su conjunto, ya que presenta claramente
episodios absurdos y desconectados, debido a que el verdadero significado de
estas experiencias sólo puede ser interpretado/decodificado a nivel individual,
caso por caso, teniendo en cuenta la influencia inconsciente del testigo en su
conformación. Sólo entendiendo que estamos tratando con experiencias globales
(que se pueden dar en cualquier parte del mundo), pero subjetivadas por la
participación activa de la psique individual de cada testigo, comenzaremos a
eliminar parte del misterio de estos encuentros.
La presencia
o no presencia de materia en los incidentes, que provoca huellas o efectos
cuantificables en el medio ambiente o en las personas, estaría determinado por
la capacidad de cada testigo de «intensificar» su encuentro para que partes del
mismo sean aparentemente reales.
Y si el fenómeno OVNI obedece a algún tipo de proyección que nos está sumergiendo en un universo «irreal» |
¿Y qué o
quién origina este fenómeno? En cuanto al origen de estas manifestaciones,
podemos decir que, a lo largo de los siglos, bajo diferentes etiquetas, los
seres humanos han tenido diversos encuentros con criaturas, entidades y seres
desconocidos (demonios, ángeles, hadas, demonios, apariciones marianas, criaturas
monstruosas, etc.) que probablemente obedecen a este mismo paradigma, que se ha
ido modificando a lo largo del tiempo. Y esta modificación o evolución en su
apariencia externa no es producto de un camuflaje perpetrado por el propio fenómeno,
sino que es el fruto de la exclusiva participación del ser humano en su
creación. Como no puede ser de otra manera, todas las apariciones, en sus
diferentes contextos históricos, son sincrónicas con los intereses, avances y
cultura de la época. De la misma manera que la información obtenida de estas
manifestaciones no deja de ser una mera distorsión de conceptos e ideas
humanas. El agente externo sirve como un catalizador perfecto para que nuestra
psique tenga «contactos» esporádicos con otra realidad que escapa normalmente a
nuestros sentidos ordinarios. Desde esas dimensiones inexploradas, que
coexisten con las nuestras, el denominado «agente externo» estaría tratando, a
través de múltiples y diferentes contactos, de comunicarse con los seres
humanos (individualmente) para mostrarnos aspectos latentes de nuestra
conciencia, o tal vez simplemente servirnos como un guía encubierto hacia un
vasto y desconocido universo cognitivo.
Pero hasta
ahora, la gran mayoría de las ocasiones, sólo estamos percibiendo las «inferencias»
causadas por nuestra inmersión incontrolada en este viaje a las profundidades
del otro lado.
JOSE ANTONIO CARAV@CA
Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor . Propiedad de José Antonio Caravaca
No hay comentarios:
Publicar un comentario