Es muy
factible que las experiencias anómalas que hemos registrado a lo largo de la
historia con diferentes nombres son, en realidad, "puentes cuánticos"
entre dos realidades aparentemente antagónicas la física (material) y la
cognitiva (mental). Y es que existe un vasto universo que desafía nuestras
leyes elementales y que puede contener muchas repuestas vitales sobre nuestra
existencia (¿una suerte de manual de instrucciones?), aunque no podamos
percibirlo en nuestro estado ordinario de conciencia. Un agente externo que
habita en esta realidad ampliada, emerge de vez en cuando a nuestro encuentro,
nos da la “mano” y consigue la yuxtaposición de ambas realidades, en lo que se
erige como una construcción psíquica momentánea de amplias ramificaciones de
representatividad anómala: visiones marianas, criptozoológicas, fantasmas,
ovnis, etc. Los engranajes internos de esta unión, que presenta como un
“escenario” indistinguible de nuestra realidad, están compuestos por trozos de
ambos universos. Esta superposición conjuga y mezcla la realidad e imaginería,
lo inaprensible y lo tangible, lo quimérico y lo material. Configurando unas
construcciones psíquicas que eligen aleatoriamente y de forma creativa
componentes de la mitología, el folclore, los arquetipos y la cultura humana. Y
todo, porque la psique humana no puede evitar que su propio conocimiento
inconsciente este presente en estos contactos “extradimensionales”.
De alguna
manera las creencias y el estado mental de los testigos influyen para que este
agente externo pueda establecer este “puente” de comunicación. Aunque hasta el
momento, solo llegamos a cruzar hasta la mitad de esta construcción, ya que
nuestra propia psique, con toda su voluminosa información almacenada,
interfiere, como decimos, en la percepción, interpretación y traducción de esta
realidad mediante un complejo proceso de retroalimentación psíquico. El acceso
a este nuevo estadio de cognición es altamente maleable y la propia esencia de
este universo es tan volátil y flexible, que edifica “diferentes capas” que son
muy complejas de atravesar, y que, en definitivamente, nos impide apreciar la
verdadera naturaleza de estas experiencias. Quizás estamos frente a un simple
problema de comprensión, de decodificación, que nos imposibilita acceder a esta
realidad ampliada. Nuestros sentidos provocan una interferencia insalvable. Nos
impiden la lectura definitiva del manual de funcionamiento del universo. Y es
que, no podemos obviar, que esta realidad es permeable a nuestra interacción de
una forma que ni siquiera podemos imaginar. Pero, ¿por qué han disminuido tan
drásticamente estos contactos? Posiblemente, el paso del tiempo, la tecnología,
la sociedad de irrefrenable consumo, nos ha alejado de los aspectos vitales y
esenciales del ser humano, que, al fin y al cabo, serían los que permitirían
esta conexión con el universo. El propósito es tan sencillo como primordial. La
reconexión de la mente con su estado vital. La verdadera comprensión del yo y
su posición en el universo. En definitiva, liberar nuestra conciencia de su
encierro.JOSE ANTONIO CARAV@CA
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