lunes, 1 de abril de 2019

OVNIS: ¿UNA ARQUITECTURA PSIQUICA?

 


 

 Evidentemente mis ideas sobre el fenómeno OVNI se encuentran muy alejadas de los planteamientos clásicos de la ufología mas ortodoxa. Para empezar, no creo que los OVNIs sobrevuelen nuestros cielos, ni que aterrizen en nuestros campos o desiertos en la manera que la mayoría de los ufólogos conciben. Es decir, siendo un fenómeno enteramente objetizable, 100% físico y tridimensional. Si esto fuera cierto, que no lo es, tendríamos que admitir que las irrupciones de platillos volantes y sus ocupantes en todo el mundo es una suerte de invasión silenciosa ¿es posible y aceptable estadísticamente hablando, que un fenómeno físico ordinario, o sea, naves espaciales volando de aquí para allá, sean las causantes de varios miles de incidentes? ¿de otros tantos miles de aterrizajes? Indudablemente las matemáticas y la lógica nos dirán que es imposible. Es muy difícil de admitir que naves alienígenas o procedentes de otras dimensiones puedan irrumpir en tal cantidad en nuestro universo, provocando visitas en los rincones mas pequeños y olvidados de nuestro planeta. Aunque, por el contrario, la evidencia de los casos nos demuestra que esto sucede independientemente que pueda ser lógico o no.
Pero la cosa cambiaría radicalmente si todo esto que nosotros hemos etiquetado como fenómeno OVNI, fuera en realidad, la manifestación o visualización de una “realidad ampliada” (incluso podríamos utilizar el término “otra dimensión”) a la que solo podemos tener acceso en determinados accesos de conciencia, autoprovocados o inducidos externamente por un agente indeterminado.


Resulta muy curioso y delatador para nuestro estudio, que casi todos los testigos de anomalías (OVNIS, apariciones marianas, hadas, fantasmas, etc.) se encuentren en un estado alterado de conciencia. ¿Casualidad? Evidentemente NO. Por tanto, este dato debe de tener mayor trascendencia que cualquier otro elemento barajado hasta la fecha por la ufología clásica para justificar sus planteamientos extraterrestres. Los OVNIs parecen que se desenvuelven entre dos realidades contrapuestas, la física y la psíquica, por tanto, mas que un aspecto sobrenatural, metafísico o incomprensible del fenómeno, probablemente esto sea motivado por nuestra inmersión involuntaria/momentánea y fronteriza con una “realidad ampliada” con la que podemos interactuar, y que en ocasiones puede manifestarse físicamente en nuestro entorno. De esta manera podríamos explicar porque unos mismos, aparentemente, eventos ufológicos dejan huellas y marcas, y otros no. Esto podría ser resultado, no de un efecto mecánico y tangible de una nave extraterrestre sobre el terreno (porque de lo contrario sería igual en todos los casos), sino mas bien sería el resultado de una especifica conjunción psíquica, que en determinadas ocasiones permite que esta “arquitectura psíquica” tome corporeidad y pueda interaccionar con el medio.
Los testigos están presenciando atisbos de esta realidad desconocida, que se manifiesta parciamente dentro de nuestro universo ordinario, pero realmente se trataría de un nivel de conciencia alterado producido por nuestra psique, en conjunción con el denominado agente externo. El agente externo es un catalizador psíquico que permite el acceso a esta nueva realidad, que a su vez es altamente moldeable y permeable a nuestra presencia. Y es por esto, por lo que los contenidos de este universo anómalo (al que ser humano a estado expuesto desde hace siglos bajo diferentes etiquetas), es adornado y sustentando por una escenografía coetánea y sincrónica a la época de lo manifestado. No puede ser de otra manera, ya que nuestra psique es la que dicta (de forma inconsciente) el contenido y desarrollo de estas experiencias, lo que impide, entre otras cosas, que accedamos a información desconocida por el género humano.


Y es que los contenidos psíquicos individuales de los testigos son los que otorgan esa atmosfera indiscutible de exclusividad a los eventos OVNIs, y que estos, no encuentren conexión con otros incidentes ocurridos en el mundo, ¿quién mas ha visto el mapa de Betty Hill? ¿al “militar” alienígena observado por W. Laxton? ¿Quién más a saboreado los pankekes que ofrecieron a Simonton? ¿en qué otro lugar se ha visto el OVNI del reverendo Gill? ¿alguien ha vuelto a ser atacado por las esferas de Robert Taylor? ¿ha vuelto el monstruo de Flatwoods a visitar otro bosque?
El paradigma OVNI es tan maleable de un incidente a otro, que no cabe otra posibilidad mas que nuestra psique este interfiriendo en el fenómeno observado, transformándolo y adaptándolo a las informaciones individuales e intransferibles de cada testigo. Por ello estoy convencido que los OVNIs no proceden de ninguna parte, no los vemos llegar desde algún lado, sino que son “invocados” por los propios testigos en el momento mismo que son sintonizados por este misterioso agente externo. Y lo manifestado ante nuestros ojos no deja de ser una construcción cultural, edificada en base a unos preceptos humanos que son puestos en juego en el momento del contacto. Su presencia y existencia se limita tan solo a este proceso de creación y observación, y nada de lo registrado durante un incidente OVNI tiene permanencia en nuestro universo. Y por ello los eventos OVNIs se reinician prácticamente en cada experiencia, demostrando que la participación humana es el elemento diferenciador y primordial de este tipo de eventos. El lenguaje de expresión de este paradigma está tan cercano a los desarrollados por los procesos psicológicos y el mundo onírico, que provoca que su análisis o disección nos plantee tantas interrogantes como dudas. Si separamos el universo psíquico individual de cada testigo, el contexto cultural del momento y otras circunstancias análogas del estudio de los OVNIs, nuestra comprensión del enigma será siempre parcial, difuso y erróneo, como precisamente ha ocurrido hasta la fecha, que multitud de incidentes OVNIs son catalogados como locuras, aberraciones o absurdos, cuando realmente tienen las mismas características y “evidencias” que los sucesos considerados fidedignos. Solo un enfoque mas cercano al núcleo del problema, la psique humana, nos permitirá salir del laberinto.
 



JOSE ANTONIO CARAV@CA

 

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