martes, 3 de junio de 2025

LA CONCIENCIA ¿ES LA “LLAVE MAESTRA” DE LOS EXPERIENCIAS EXTRAORDINARIAS?

 





Existen terremotos que pasan desapercibidos. No sacuden edificios ni generan pánico pero se registran en los sismógrafos. Los expertos saben que estos pequeños hitos pueden marcar el inicio de una serie de tensiones ocultas que, acumuladas en el tiempo, pueden desembocar en un gran seísmo de mayores consecuencias. Son señales tempranas, avisos silenciosos de un gran cambio mayor que se gesta bajo la superficie.  

Y algo muy parecido puede ocurrir con los trabajos de Néstor Berlanda y Juan Acevedo. Su reciente presentación en público durante el IX Congreso de Ovnilogía de Victoria, Entre Ríos (Argentina) puede interpretarse como uno de esos movimientos iniciales: una vibración apenas perceptible que, sin embargo, anuncia un cambio más profundo. 

Las conclusiones presentadas por los investigadores del CIFO son el resultado de años de observación rigurosa y estudio sistemático de los llamados encuentros extraordinarios. Se trata de experiencias que arrastran nuestra percepción hasta los márgenes de lo imaginable, situándose en un territorio donde los marcos tradicionales del conocimiento parecen diluirse, rozando a veces el absurdo y lo onírico. Estos sucesos, que hasta ahora han resistido con firmeza cualquier intento de abordaje científico convencional, continúan siendo un auténtico misterio sin resolver.

Dentro del amplio universo de lo desconocido, los fenómenos relacionados con los OVNIs han destacado, y literalmente, con luz propia. Estos eventos, caracterizados por un elevado y demoledor grado de alta extrañeza, presentan un paisaje tan complejo como elusivo. Su singularidad radica en que no se limitan a lo físico o material, sino que entrelazan elementos psicológicos, culturales, simbólicos e incluso ontológicos, conformando una ecuación abierta, de múltiples variables, cuya resolución sigue escapando a nuestra evaluación. Y es por ello que necesitamos continuamente repensar una y otra vez todo el material acopiado hasta la fecha en busca de la salida del laberinto.

Y en pos de encontrar esas ansiadas respuestas, recientemente Néstor Berlanda y Juan Acevedo han expuesto con gran brillantez parte de sus conclusiones condensadas en dos marcos teóricos complementarios bautizados por los autores como: la Teoría Simbiótica Multidimensional (TSM) y la Teoría de Interfusión Cognitiva Simbólica (TICS).

Esta nueva hoja de ruta, obviamente siguiendo la línea de trabajos anteriores, tiene la intención de elevar el debate sobre los controvertidos encuentros con platillos volantes y ocupantes más allá de la tesis extraterrestre. Lejos de reducir estas experiencias a simples visitas de seres provenientes de otros planetas, su propuesta quiere repensar nuestra forma de percibir y categorizar estos sucesos, entendiendo que podrían ser manifestaciones mucho más asombrosas si cabe, al vincularlas a la propia estructura de la conciencia humana y a nuestra relación con lo simbólico, lo sagrado y lo desconocido/sobrenatural/milagroso/místico/forteano. Esta interesante perspectiva, propuesta por ambos estudiosos, se atreve incluso a retroceder a los orígenes mismos de la mente simbólica, explorando los primeros indicios de estados alterados de conciencia en la historia de la humanidad. Se trata de esos momentos fundacionales en los que nuestros ancestros, bajo el influjo de plantas alucinógenas o prácticas rituales, se adentraron en trances visionarios dentro de la oscuridad de las cavernas. Allí, en contacto con lo invisible, comenzaron a intentar construir o vertebrar un lenguaje o código para lo inefable, dando lugar a mitos, imágenes y relatos que, de algún modo, podrían estar en la raíz de los fenómenos que hoy seguimos intentando comprender pero bajo modernos disfraces. En aquellos primeros contactos nuestros antepasados percibían estas realidades como procedentes de otras dimensiones existenciales o como fruto de la interacción con otras inteligencias con diversos orígenes. En ese contexto, lo extraordinario no era un fenómeno ajeno ni debatible, sino parte integral de su cosmovisión, y el chamán actuaba como mediador entre mundos.

Las teorías de la TSM y la TICS pretenden recuperar ese legado ancestral, proponiendo que el fenómeno OVNI podría ser una manifestación contemporánea de esa misma conexión entre la conciencia humana y una inteligencia no ordinaria, que se expresa mediante símbolos, arquetipos y en algunas ocasiones lleva a cabo o propicia experiencias transformadoras o reveladoras. Así, lo que hoy llamamos "encuentros" podría tener raíces tan antiguas como la humanidad misma, revelando un diálogo milenario entre nuestra conciencia y lo que se podría denominar de forma genérica como lo ignoto.

La Teoría Simbiótica Multidimensional: un vínculo simbiótico con otras realidades

La Teoría Simbiótica Multidimensional parte de una idea provocadora: los encuentros con lo insólito no son simples observaciones de objetos físicos desconocidos, sino eventos poderosamente transformadores que activan una relación simbiótica entre el testigo y una inteligencia no humana. Esta relación ocurre en múltiples niveles de realidad—no necesariamente físicos—y se manifiesta a través de contenidos simbólicos, culturales y psicológicos. En lugar de centrarse en la procedencia de “los objetos”, la TSM se enfoca en los efectos que el fenómeno produce en la conciencia, sugiriendo una especie de co-evolución perceptual entre humanidad y fenómeno.

 

La Teoría de Interfusión Cognitiva Simbólica: el cruce entre mente y símbolo

Complementando esta visión, la Teoría de Interfusión Cognitiva Simbólica propone que el fenómeno no se impone como algo externo que simplemente “ocurre”, sino que se entrelaza con el sistema cognitivo del testigo a través de símbolos culturalmente significativos. Así, las manifestaciones del fenómeno se adaptan al contexto simbólico y mental del observador, funcionando como un espejo amplificado de sus estructuras internas. Esta interfusión genera experiencias que, aunque compartan patrones comunes, siempre resultan subjetivas y profundamente interpretativas por cada receptor/observador. Como si cada visión se adaptara a cada testigo de forma personalizada.

Ambas nociones desarrolladas por los estudiosos del CIFO coinciden en una premisa clave: el fenómeno OVNI no puede reducirse a una lógica lineal ni analizarse únicamente desde la física o la psicología. Ni puede ser trasladado a un laboratorio. Se trata de una interacción compleja, posiblemente con una inteligencia que se manifiesta a través de filtros simbólicos y perceptuales que todavía no comprendemos del todo. Algo que transciende el lenguaje o la comunicación tal y como lo conocemos.

Lejos de centrarse únicamente en preguntas como ¿qué son los OVNIs? o ¿de dónde vienen?, tanto la Teoría Simbiótica Multidimensional como la Teoría de Interfusión Cognitiva Simbólica insisten en la necesidad de replantear el enfoque hacia interrogantes más profundas de tipo: ¿cómo se producen estas experiencias? ¿por qué ocurren? Y sobre todo, ¿qué nos revelan acerca de la mente humana, de nuestras estructuras de creencias y de nuestra posición dentro de una realidad mucho más vasta y desconocida de lo que hemos imaginado?

La conciencia para mis admirados Néstor Berlanda y Juan Acevedo representa la “llave maestra” que puede abrir la puerta de los secretos del universo y de los misterios que lo rodean. ¿Te atreves a buscarla? No ignores la primera señal de advertencia…

 



JOSE ANTONIO CARAV@CA

Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor. Propiedad de José Antonio Caravaca.



domingo, 4 de mayo de 2025

OVNIS Y PLATILLOS VOLANTES ¿ESTAMOS HABLANDO DE LO MISMO?




Durante décadas, los cielos han sido escenario de la idas y venidas de luces extrañas, objetos imposibles y relatos que parecen sacados de novelas de ciencia ficción. Pero dentro de esta narrativa que suele agruparse bajo el paraguas de lo “ovni”, existe una distinción clave que suele pasar desapercibida: no es lo mismo hablar de ovnis que de platillos volantes.

Aunque ambos conceptos parecen intercambiables es obvio, que si los miramos de cerca, estamos ante dos realidades muy distintas. Entender esta diferencia no solo cambia la forma en que interpretamos estos sucesos, sino que abre la puerta a una comprensión más compleja y matizada del fenómeno.

La sigla OVNI significa “Objeto Volador No Identificado”. Y ese es, justamente, su significado más puro: algo que vuela y que no podemos identificar. No implica tecnología, ni tampoco necesariamente vida extraterrestre. Puede ser un dron, un fenómeno atmosférico poco común o, incluso, algo que no encaja en nuestras categorías actuales de conocimiento.

En cambio, cuando hablamos de platillos volantes, entramos en otro terreno. Aquí ya no estamos ante algo indefinido, sino de una imagen concreta y diáfana, casi cinematográfica. Los testigos hablan de naves con luces, ventanillas, antenas y demás accesorios. En muchos casos, cuando estos artefactos aterrizan, se describen figuras humanoides descendiendo de ellos: seres con apariencia antropomorfa, a veces vestidos con trajes ajustados, cascos o uniformes brillantes, que parecen interactuar momentáneamente con el entorno e incluso con los testigos antes de desaparecer tan misteriosamente como llegaron. Y lo más delatador es que no son seres humanos.

Según la Teoría de la Distorsión, esto no es casual: los platillos volantes formarían parte de un tipo de experiencia visionaria estructurada, con raíces profundas en la historia de la humanidad y con mucha vinculación con otros folclores. De hecho, muchos elementos presentes en estas visiones modernas recuerdan a relatos que se pierden en la noche de los tiempos que narran los encuentros con apariciones sobrenaturales, carros celestiales, entidades extrañas o incluso, tienen semejanzas notables con las experiencias chamánicas. 

El platillo volante y el ufonauta sería una especie de "decorado" que adopta formas modernas, pero responde a un patrón muy antiguo: el del mito. El platillo volante no es tanto una "nave" en sentido físico de tuercas y tornillos como una estructura narrativa y simbólica que se actualiza según la cultura y la época, pero cuya raiz ya ha sido vista previamente. 

Si afinamos nuestro análisis, veremos que incluso en la evolución del fenómeno de los platillos volantes se percibe claramente esta constante actualización.

Durante los años 50, por ejemplo, el platillo volante se presenta con una estética retrofuturista, brillante y optimista, muchas veces acompañado de seres humanoides con mensajes de paz interplanetaria. Estos visitantes solían mostrarse preocupados por la amenaza nuclear y por el rumbo destructivo de la humanidad, desempeñando un rol casi mesiánico. La iconografía de las naves y los trajes de los ocupantes evocaba el diseño de la ciencia ficción de la época, en plena efervescencia cultural del espacio. Todo resonaba a demasiado "humanizado".

Sin embargo, a medida que las décadas avanzan, ese relato empieza a oscurecerse. Los mensajes de armonía cósmica dan paso a experiencias más extrañas, inquietantes y ambiguas. La escenografía cambia: las consolas con botones luminosos y palancas ya no parecen convincentes, y muchos elementos antes recurrentes comienzan a percibirse como obsoletos, anticuados, casi ingenuos frente a un nuevo avance de la tecnología. Pero el platillo y el ufonauta, lejos de desaparecer, se reinventan para, por un lado seguir siendo reconocibles dentro del imaginario colectivo, y por otro adoptando nuevas formas que sigan resonando con los miedos, aspiraciones y símbolos del presente.

Por tanto diferenciar entre ovnis y platillos volantes no es una cuestión terminológica, sino una oportunidad para profundizar correctamente en las distintas capas que presenta el fenómeno. Los ovnis pueden ser cualquier cosa, o incluso ninguna cosa en sí misma. La diferencia, aunque sutil, es crucial. Los ovnis son fenómenos que escapan a una interpretación única. Están abiertos a múltiples respuestas porque habría que analizar cada caso de forma individual. En cambio, los platillos volantes responden a una narrativa mucho más cerrada, casi teatral, con una puesta en escena que nos recuerda eventos de otros tiempos convenientemente actualizados.

Determinar si los platillos volantes existen independientemente de la realidad de los ovnis podría ofrecernos una valiosa oportunidad para comprender si realmente estamos ante visitantes de otros mundos o si, por el contrario, nos enfrentamos a un fenómeno ancestral que involucra a la conciencia humana en su búsqueda y exploración de otras realidades. En este sentido, el misterio de los platillos volantes podría ser menos una cuestión de astrobiología… y más una cuestión de psicología profunda, folclore en construcción y exploración de los límites de la percepción humana.





JOSE ANTONIO CARAV@CA


Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor. Propiedad de José Antonio Caravaca.




lunes, 14 de abril de 2025

ENCUENTROS CERCANOS CON LO ABSURDO ¿FENÓMENO ANCESTRAL O EVIDENCIA ALIENÍGENA?



Desde hace décadas existe una amplia controversia en la comunidad ufológica internacional sobre la diferencia entre los avistamientos distantes y los encuentros cercanos y si ambos pertenecen a un mismo fenómeno. Si bien los primeros se asocian a menudo con hipótesis extraterrestres convencionales, los segundos presentan características que desafían los marcos interpretativos clásicos de la ufología y abren interrogantes sobre sus dimensiones psicológicas, culturales y metafísicas.

Los avistamientos lejanos, representados como objetos voladores no identificados captados por radares o sustentados en testimonios de pilotos y militares, suelen considerarse más "creíbles" debido a la evidencia técnica que los respalda. Sin embargo, los encuentros cercanos—en los que los testigos afirman haber estado en contacto directo con entidades o naves—abren un abanico de posibilidades que a menudo rozan lo paranormal y lo mitológico.

Durante décadas, muchos ufólogos rechazaron estos relatos por miedo a que desacreditaran el estudio serio del fenómeno OVNI. No obstante, cada vez es más evidente que estos encuentros comparten elementos con experiencias visionarias descritas a lo largo de la historia, como apariciones religiosas, espíritus y seres elementales.

Uno de los argumentos es la existencia de una continuidad histórica en las formas en que los seres humanos han interpretado encuentros con lo "otro". Desde figuras sobrenaturales del folclore —como la Santa Compaña, hadas o duendes— hasta apariciones religiosas, muchos de estos relatos comparten patrones con los actuales informes de encuentros cercanos con entidades extraterrestres. Curiosamente, a partir de 1947—con el auge de la era moderna de los OVNIs—estos relatos se han reinterpretado bajo un lente extraterrestre, desplazando explicaciones previas más enraizadas en el folclore.

A pesar de que la apariencia de estas entidades puede variar drásticamente según el ambito de lo forteano o sobrenatural donde se enmarque, el contenido emocional y simbólico de las experiencias suele ser similar en primeras instancias antes de que la estética adquiera un determinado rol dentro de los diferentes territorios de lo forteano: luces, sonidos extraños, estados alterados de conciencia y cambios en la percepción de la realidad.

Uno de los aspectos más fascinantes es la dificultad para clasificar estas experiencias. Si bien algunos encuentros han dejado huellas físicas —como marcas en el suelo o señales electromagnéticas—, la mayoría parecen desafiar las leyes físicas convencionales. Esto lleva a considerar la posibilidad de que estemos ante fenómenos que cruzan los límites entre lo real y lo intangible, lo físico y lo mental. Es posible que estas apariciones podrían manifestarse adaptándose a lo que el testigo espera o puede entender, lo cual explicaría la variedad de descripciones. En lugar de tratarse de seres con una forma fija y universal, serían manifestaciones que "dialogan" simbólicamente con nuestra psique.  El mismo tipo de experiencia puede ser interpretado como una aparición mariana en Galicia, una abducción extraterrestre en Arizona o un contacto con espíritus en la Amazonía. Esta plasticidad simbólica sugiere que el fenómeno se adapta a los marcos interpretativos disponibles en cada cultura, lo cual refuerza su dimensión antropológica.

Y es que estos encuentros, lejos de ser simples anomalías, tienen el potencial de transformar a quienes los viven. Algunas personas afirman haber despertado habilidades latentes, cambiado su percepción del mundo o haber sido inspiradas a dedicarse al arte, la ciencia o la espiritualidad.

A pesar del escepticismo y silencio institucional, el testimonio acumulado sugiere una realidad compartida que trasciende las diferencias culturales. Estos encuentros podrían ser una manifestación de una inteligencia ajena al ser humano que ha estado presente a lo largo de la historia, interactuando con la humanidad de formas que apenas empezamos a comprender.

Estos fenómenos no solo son externos al observador, sino que también están profundamente ligados a la estructura de la conciencia. En lugar de insistir en una objetividad inalcanzable, tenemos que considerar estos relatos como testimonios válidos de experiencias humanas significativas. Desde esta óptica, el fenómeno OVNI funcionaría como una interfaz simbólica entre el ser humano y lo desconocido, capaz de reflejar estructuras profundas de la psique colectiva. Esta variabilidad también plantea una crítica implícita a las teorías que buscan explicaciones diversas para estos eventos. En lugar de pensar en múltiples fenómenos distintos, tenemos que tener en cuenta la posibilidad de una única realidad subyacente que se manifiesta de manera diversa según el observador y su contexto sociocultural.

Desde esta perspectiva, el fenómeno OVNI se configura como un campo de estudio privilegiado para repensar los límites del conocimiento humano, la naturaleza de la conciencia y el papel de la cultura en la construcción de la realidad. Tal enfoque exige no solo una mayor apertura epistemológica, sino también un diálogo interdisciplinario que incluya la antropología, la psicología, la filosofía de la mente y las ciencias de la religión.



JOSE ANTONIO CARAV@CA


Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor. Propiedad de José Antonio Caravaca.

miércoles, 1 de enero de 2025

"DESCARGAS COGNITIVAS”: CUANDO EL AGENTE EXTERNO RECONFIGURA LA REALIDAD

 






En mi extensa investigación sobre los encuentros cercanos con OVNIs he llegado a la conclusión de que estamos frente a una realidad mucho más compleja y fascinante de lo que inicialmente imaginamos. No creo que estemos simplemente ante visitas de naves extraterrestres provenientes de otros planetas como ha sugerido la estética del fenómeno desde prácticamente sus inicios. Lo que realmente está ocurriendo detrás de estas observaciones anómalas, con una escenografía que puede llevar a la confusión, podría ser consecuencia de una interacción con lo que he denominado un "agente externo" o inteligencia que va mucho más allá de nuestras concepciones tradicionales sobre lo que constituye vida alienígena o tecnología avanzada. Este agente externo, en mi opinión, no es un ser físico que llega desde alguna galaxia distante, una dimensión paralela o desde nuestro futuro lejano. Más bien, parece algún tipo de fuerza que no solo tiene la capacidad de distorsionar nuestra realidad y percepción, sino que además y esto es lo más importante puede reconfigurar nuestro sistema operativo mental. Me explico.

A lo largo de mis estudios he observado que estos fenómenos no solo alteran la visión del testigo, sino que también afectan su psique, sus emociones, e incluso pueden modificar el entorno físico hasta límites que han escapado a nuestro entendimiento Así mismo, las anomalías espacio-temporales también constituyen una constante en este tipo de encuentros, donde la sensación de aislamiento y la distorsión temporal, ya sea a través de la dilatación o contracción del tiempo, se repiten de manera constante. Estas experiencias parecen distanciarse de lo que normalmente entendemos como la realidad cotidiana, sumergiendo a quienes las experimentan en una "dimensión alternativa" donde el tiempo deja de comportarse según las leyes que conocemos. El sentido de desorientación temporal, donde horas pueden parecer minutos o viceversa, añade un matiz de alta extrañeza que acompaña a estos fenómenos y que muchos estudiosos catalogaban como "tiempo perdido". Pero desde mi particular óptica estas acusadas anomalías temporales, más allá de encubrir tiempos perdidos (memoria borrada a los testigos), podría ser una consecuencia de la exposición a estas manifestaciones que de alguna manera pueden alterar el espacio tiempo sin que necesariamente conlleve esa pérdida de tiempo, simplemente el tiempo transcurre de otro modo.

Una de las claves que he planteado en mis diferentes trabajos es el papel crucial que juega el testigo en estas experiencias. Como he comentado en infinidad de ocasiones no creo que los seres humanos sean meros observadores pasivos ante este desconcertante fenómeno de alto contenido visionario. No al menos ante cierta fase del fenómeno, donde precisamente se despliega una mayor extrañeza, y donde parece haber implícito algún tipo de interacción psíquica. Por tanto los testigos no son cronistas casuales. Todo lo contrario: sus creencias, temores, cultura y expectativas influyen directamente en la forma en que el agente externo se manifiesta en nuestro entorno. Es como si esta inteligencia se adaptara configurando la experiencia para que se alinee con el bagaje psicológico y cultural de cada individuo. Esta interacción dinámica entre el testigo y el fenómeno explicaría la enorme diversidad de relatos, a veces contradictorios entre ellos, que han desconcertado a los investigadores durante décadas. Lo más asombroso es que este agente externo no es algo nuevo como ya han apuntado diversos estudiosos. Si examinamos con atención, podemos rastrear su presencia en muchos folclores de la humanidad a lo largo de los siglos, donde los encuentros con seres, entidades y criaturas de todo pelaje han sido una constante. Además todas estas visiones parecían señalar en la dirección de que el fenómeno tenía una extremada facilidad para llegar hasta los testigos, como si su origen estuviera a la vuelta de la esquina. Ni demasiado lejos, ni demasiado cerca. Apariciones marianas, encuentros con seres elementales, e incluso ciertas experiencias místicas y religiosas podrían estar relacionadas con la misma entidad que hoy identificamos como parte del fenómeno OVNI, otorgándole un faceta tecnológica. Este agente externo parece operar en una frontera ambigua entre lo físico y lo psíquico, lo que hace que sus manifestaciones sean difíciles de encasillar bajo los paradigmas científicos que manejamos actualmente.

Otro punto que considero esencial es que este agente externo no solo influye en la mente del observador o los observadores, sino que también puede alterar la realidad física que lo/s rodea. He recopilado numerosos testimonios en los que los testigos reportan cambios en su entorno, rastros físicos y, en algunos casos, incluso importantes y rastreables alteraciones en su estado de salud tras un encuentro. Esto indica que el agente externo no solo afecta la percepción, sino que tiene un poder real para manipular el mundo físico de maneras que aún no comprendemos. Esto me ha llevado a sospechar que todo podría estar vinculado a una misma fuente, a un agente externo indeterminado que se manifiesta o quizás es percibido o decodificado de distintas formas según las circunstancias y la interpretación cultural de los testigos arrastrando una amplia fenomenología. Lamentablemente, la ciencia actual aún no ha sido capaz de abordar estos sucesos con la amplitud que requieren. La obsesión por encontrar respuestas exclusivamente en términos de tecnología extraterrestre o explicaciones físicas o psicológicas convencionales ha limitado nuestra capacidad para comprender y profundizar en la verdadera naturaleza de lo que estamos enfrentando. Y es que para avanzar en el estudio de estas manifestaciones, necesitamos adoptar un enfoque más amplio, que considere no solo los aspectos mecánicos o físicos, sino también las ciencias sociales, la psicología y la antropología.

Una de las analogías más llamativas que empleo para entender la interacción entre el agente externo y la psique de los testigos es la de un software que recibe una actualización avanzada e imprevista, para la que no siempre estamos equipados. Al igual que en un sistema informático, el agente externo parece "descargar" sobre los observadores información a través de impulsos visuales y sensoriales. En ese proceso, el ser humano se convierte en una especie de "terminal" conectada a una fuente superior que trabaja con códigos muy avanzados y desconocidos. Esto podría explicar por qué las experiencias de cada persona, aunque similares en apariencia, son en realidad profundamente distintas entre sí, en lo estético y en las posibles repercusiones. El fenómeno parece reconfigurarse constantemente, ajustando su manifestación al "sistema operativo" mental y perceptivo de cada individuo, algo que ha desconcertado a investigadores durante más de 70 años que intentaban en vano estabilizar la apariencia de los ufonautas y sus naves en una foto fija. Siguiendo con el símil, durante esta "actualización", se establece una especie de transferencia de información entre el testigo y el fenómeno, pero este proceso puede inducir un impacto tan abrumador que la psique humana puede quedar temporalmente colapsada o turbada. De hecho, no es raro que el organismo físico sufra consecuencias como parálisis, ceguera temporal, acúfenos (ruidos o zumbidos en los oídos) o incluso otras formas de alteraciones fisiológicas. Es importante subrayar que no todas los "terminales" reaccionan de la misma manera ante esta injerencia externa. Algunas personas pueden experimentar efectos negativos, mientras que otras, curiosamente, pueden encontrar una mejora en su estado físico o emocional, como si el fenómeno no solo influyera en sus mentes, sino también en sus cuerpos. Esto lleva a considerar que la intervención del agente externo, en su intento por "actualizar" las funciones cognitivas del testigo, puede tener efectos muy diversos. Para algunos, podría representar una especie de choque mental que deja secuelas físicas o emocionales duraderas, mientras que para otros, podría ser una experiencia reveladora, e incluso sanadora, aunque también podría darse el caso que el "terminal" rechace la conexión y todo quedara en una simple “anécdota”. Al igual que con los sistemas informáticos donde cada terminal reacciona de manera distinta ante una nueva versión de software, según el equipamiento y su uso, el ser humano parece manifestar respuestas igualmente variadas ante la interacción con estas manifestaciones. Algunos individuos podrían recibir la "actualización" sin complicaciones, mientras que otros podrían experimentar efectos nulos o, en casos más extremos, un colapso temporal o incluso prolongado que afectara tanto la mente como el cuerpo. Por lo tanto, las "escenografías" que emergen de este proceso, una suerte de constructo mental creado entre el fenómeno y el testigo, podrían no solo distorsionar la percepción de quienes lo experimentan, sino también influir en la realidad que nos rodea de maneras completamente inesperadas e imprevisibles. Esto abre la puerta a infinitas cuestiones: ¿cuál es la verdadera naturaleza del fenómeno? ¿Estamos preparados para procesar adecuadamente esta "información" que parece diseñada para interactuar con nuestra consciencia de formas que aún no comprendemos del todo? ¿Si nuestra psique estuviera correctamente “actualizada” nuestra percepción cambiaría?

Lo que resulta intrigante es que este paralelismo con un software sugiere que el agente externo no opera de manera estática. Parece evolucionar y adaptarse, como si respondiera no solo a las características individuales de cada persona, sino también a factores más amplios, como el contexto sociocultural o incluso el momento histórico. Esto abre la puerta a innumerables preguntas sobre la verdadera naturaleza del fenómeno, pero también sobre nuestra capacidad para procesar esta "información" que parece estar diseñada para interactuar con nuestra consciencia de maneras que aún no entendemos del todo. ¿Estas visiones buscan modificar nuestra percepción de la realidad, llevándola más allá de los límites cognitivos habituales? ¿Pueden nuestras creencias funcionar como un “cortafuegos”, complicando, distorsionando o incluso bloqueando la correcta recepción de la señal enviada por este agente externo?

No pretendo tener todas las respuestas. 

Mi intención no es ofrecer una verdad definitiva, sino abrir el debate y generar una reflexión a todos los niveles. Estoy convencido de que el fenómeno OVNI es solo una pequeña parte de una realidad cognitiva mucho más vasta que apenas comenzamos a vislumbrar detrás de esta pantalla altamente fascinante e hipnotizante que hemos llamado casuística. La interacción con este agente externo podría ser, en última instancia, una oportunidad para descubrir aspectos ocultos de nuestra propia naturaleza y de nuestra relación con el cosmos. Posiblemente, al final, este fenómeno nos esté guiando hacia una comprensión más intuitiva del universo y de nuestro lugar en él. 

Quizás, más que nunca, necesitamos esa actualización.




JOSE ANTONIO CARAV@CA

Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor. Propiedad de José Antonio Caravaca.


domingo, 29 de diciembre de 2024

UFOZNAUTAS: Entre la realidad y lo liminal

 





El fenómeno de los ocupantes de los ovnis, los famosos ufonautas, ha sido objeto de innumerables debates y teorías a lo largo de las décadas. Sin embargo, a medida que profundizamos en su naturaleza, se hace más evidente que los términos tradicionales utilizados para definir a estos "seres", como entidades biológicas extraterrestres, no alcanzan a capturar toda su complejidad, incluso si cambiamos drásticamente su procedencia a otras dimensiones o al futuro más lejano.

Es por ello que propongo denominarlos ufoznautas (ozninautas, ozvninautas) como una alternativa más adecuada, ya que al insertar el término OZ, en clara referencia al libro El Mago de Oz, se amplía enormemente el abanico de posibilidades.

Este concepto añade aspectos más cercanos al mundo de lo sobrenatural, lo forteano, lo psicológico, lo imaginal y lo religioso, que es, en gran medida a lo que se asemejan muchas de estas entidades, más que a algo relacionado con una avanzada tecnología. Este vocablo conserva la palabra UFO porque es evidente que la mayoría de estos seres están vinculados al misterio de los platillos volantes, aunque no tengamos ninguna certeza de que el origen del fenómeno sea extraterrestre. Sin embargo, es dentro de esa estética particular de lo "espacial" y "tecnológico" donde muchas de estas visiones encuentran su envoltura, lo que podría interpretarse como una impostura cuidadosamente elaborada con el fin de ajustarse a las ideas y creencias predominantes de su contexto cultural.







Los ufoznautas pueden enmarcarse perfectamente dentro de un vasto reino poblado de extrañas y ambiguas visiones que han acompañado a la humanidad desde los albores de la historia bajo otros nombres y estéticas, pero que en esencia comparten la misma naturaleza. No es nada nuevo.

Hay que tener en cuenta que los ufoznautas, tal y como se describen en numerosos informes, guardan sorprendentes similitudes con una amplia variedad de criaturas y entidades presentes en los folclores y mitologías de numerosos pueblos, que a primera vista parecen no tener relación alguna con extraterrestres. Este listado incluyen seres espirituales, apariciones de la virgen, duendes, hombres bestias, hadas, ángeles, demonios, fantasmas, monstruos y daimones.

Si eliminamos de los relatos ufológicos las partes aparentemente “tecnológicas”, lo que queda son historias de espectros que aparecen y desaparecen, emiten luces y fulgores, y “verbalizan” comunicaciones incongruentes, insustanciales y nada concluyentes.

Las diferencias entre atribuir las extraordinarias habilidades de estas entidades a poderes sobrenaturales, como se hacía en el pasado, o a capacidades técnicas, como se hace hoy, parecen ser simplemente una cuestión de sesgo “cultural” en el análisis.

En resumidas cuentas, los testimonios sobre ufoznautas describen unas manifestaciones misteriosas que parecen habitar en el mundo de lo imaginal y lo liminal, ese espacio intermedio entre lo tangible y lo intangible, donde parece que se desenvuelven mejor los pilotos de los ovnis.



Ufoznauta: término que define a los humanoides, entidades o seres asociados con fenómenos ovnis, cuya naturaleza trasciende la idea convencional de una visita alienígena. Estas entidades poseen características y habilidades anómalas que recuerdan a apariciones descritas en relatos antiguos, aunque desde 1947 se han vinculado con los llamados "platillos volantes". Los ufoznautas no pueden clasificarse como formas de vida extraterrestres tradicionales, ya que parecen representar un tipo de manifestación intermedia entre lo físico y lo psíquico, entre lo real y lo imaginario, con más parecido a los personajes del reino de OZ que a una civilización alienígena. Su interpretación abarca dimensiones simbólicas, psicológicas, parapsicológicas, sociales, culturales y sobrenaturales, reflejando la existencia de un fenómeno complejo y multifacético. 





El término ufoznauta va más allá de la simple idea de un “astronauta” o una entidad alienígena, conceptos que, aunque útiles, son limitantes. Los ufoznautas no son solo viajeros espaciales o criaturas de otro planeta; aparentan ser moradores de una dimensión etérea, un territorio que trasciende las fronteras de nuestra realidad perceptible y que tiene amplias ramificaciones dentro del psiquismo humano. La teatralidad presente en muchas de estas manifestaciones hace que la referencia a OZ sea especialmente pertinente en este caso, ya que evoca la idea de engaños cuidadosamente elaborados para aparentar algo que no se es. Así como en El Mago de Oz se revela que el gran y poderoso Oz no era más que un hombre detrás de una cortina, manipulando ilusiones ópticas para impresionar, estas apariciones parecen utilizar estrategias similares para ocultar su verdadera naturaleza, escudándose en estereotipos socioculturales muy arraigados con la época.

Y es que, como ha ocurrido a lo largo de los siglos, estas manifestaciones parecen capaces de atravesar puertas invisibles, irrumpiendo en nuestro mundo en momentos y lugares inesperados, como si sus viajes no requirieran de demasiadas alforjas. Como si estuvieran aquí al lado, ocultos en algún lugar.

En este sentido, hemos comprobado cómo el estudio de los ufoznautas desde la década de los cincuenta del siglo pasado no encaja en ninguna de las categorías tradicionales de lo real y lo ficticio. No son entidades biológicas al uso, ni un simple producto de la imaginación o resultado de factores puramente socioculturales.

Su mera existencia, por tanto, plantea importantes interrogantes sobre las fronteras de nuestra percepción y sobre las posibles conexiones invisibles entre lo material y lo inmaterial. Nos enfrentamos a la idea de que hay mucho más en el universo de lo que podemos observar y que, tal vez, las barreras entre lo que consideramos "real" y "imaginario" no son tan claras como creemos. Y posiblemente estos fenómenos tengan la capacidad de interactuar con la mente de los observadores a unos niveles que no podemos ni siquiera cuantificar.

El uso del término ufoznauta también nos permite reconocer y asumir la complejidad inherente al fenómeno ovni, no solo desde una perspectiva científica o física, sino también desde un enfoque más amplio, que abarca lo imaginal, la conciencia y los límites entre lo conocido y lo desconocido. Estos seres, ya sean interpretados como entidades literales, arquetípicas o imaginales, reflejan una parte de la realidad que aún no entendemos del todo.

En este contexto, los ufoznautas se transmutan de hipotéticos tripulantes alienígenas en un símbolo de todo aquello que sigue fuera de nuestro alcance, más allá de nuestra capacidad de integrar dichos fenómenos dentro del conocimiento común.

Los ufoznautas nos recuerdan que no todo lo que percibimos como real puede ser tocado o explicado con los instrumentos tradicionales de la ciencia o la razón. Son, en muchos sentidos, un puente entre dos mundos: el nuestro, aparentemente cartografiado a la perfección, y otro que se encuentra más allá de nuestras capacidades sensoriales y racionales, un mundo “invisible” que tal vez habita en los márgenes de nuestra conciencia, esperando ser descubierto.

Por tanto, los ufoznautas deben entenderse no solo como un enigma sobre la posible existencia de vida fuera de la Tierra, sino como auténticos psicopompos que median entre dos universos opuestos en constante colisión.

En resumen, el estudio de las visiones relacionadas con los ufoznautas nos arrastra a replantarnos profundamente el concepto de "realidad" y a reflexionar sobre cómo la conciencia humana interactúa con lo desconocido para moldear, e incluso dar forma, a ciertos aspectos de estos fenómenos. Más que meros eventos externos, estas manifestaciones parecen surgir en ese espacio compartido donde lo interno y lo externo se entrelazan de maneras sutiles. Esta interacción sugiere que nuestra mente no solo es un observador pasivo, sino también un participante activo en la construcción de estos enigmáticos encuentros.

La interpretación de estas manifestaciones trasciende lo convencional, abarcando dimensiones simbólicas, psicológicas, parapsicológicas, socioculturales y sobrenaturales, reflejando un fenómeno complejo y multifacético más allá de las apariencias.





NOTA: En español sería ozninauta u ozvninauta.



JOSE ANTONIO CARAV@CA


Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor. Propiedad de José Antonio Caravaca.

sábado, 23 de noviembre de 2024

EL AGENTE EXTERNO: ¿CUESTION DE NIVELES DE REALIDAD Y PERCEPCIÓN ANOMALA?

 





Mi más reciente trabajo, "Agente Externo" (2024), es el resultado de años de investigación, reflexión, y un profundo deseo de entender lo que realmente subyace tras los increíbles y desconcertantes relatos de encuentros cercanos con 0VNIS y sus ocupantes. Mi viaje a las profundidades de la ufología comenzó como el de muchos otros investigadores, con la convicción de que estábamos presenciado la visita encubierta a nuestro planeta de entidades extraterrestres. Sin embargo, con el paso tiempo, y tras analizar una gran cantidad de casos de encuentros cercanos, empecé a percibir patrones que no podían explicarse únicamente bajo la hipótesis extraterrestre tradicional. Recuerdo un momento clave cuando descubrí los trabajos de Jacques Vallée, John Keel y Salvador Freixedo. Estos autores me llevaron a un territorio donde lo paranormal, lo forteano, lo psicológico y lo cultural se entrelazaban con la experiencia OVNI más allá de todo lo aprendido anteriormente. Estas ideas resonaran profundamente en mí, ya que me hizo cuestionar no solamente el origen de los platillos volantes si no la naturaleza misma de la realidad que nos rodea. Así fue como nació la teoría de la distorsión, una propuesta que, en su esencia, ansiaba comprender cómo la interacción entre el testigo y un "agente externo" no identificado produce una experiencia que es tanto objetiva como subjetiva, moldeada por factores culturales, psicológicos y personales del testigo. En "Agente Externo", amplio la idea y conceptos planteados en mis dos anteriores libros, de que detrás de las experiencias de proximidad con 0VNIs existe una fuerza o inteligencia que no pertenece a nuestro marco convencional de realidad. Este "agente externo" actúa como un posible catalizador, para adentrarnos en niveles de realidad desconocidas e inexploradas de una forma inmersiva y descontrolada. Pero no estamos tratando con una entidad alienígena en el sentido tradicional, sino con una presencia que interactúa con la mente humana de maneras complejas y aún incomprendidas que distorsiona la percepción del testigo y adapta la visión a las expectativas y el trasfondo sociocultural del individuo. Uno de los aspectos más intrigantes del fenómeno 0VNI, y que fue realmente lo que me llevó a desarrollar la teoría de la distorsión, es la notable inconsistencia en los informes y la no repetición. Dos personas pueden describir de manera muy diferente lo que parece ser el mismo fenómeno, cosa que no estaba dentro de nuestros cálculos. Mientras algunos testigos hablan de naves espaciales de tecnología avanzada y seres antropomórficos, otros describen luces sin forma, figuras difusas, o criaturas que desafían cualquier descripción conocida. Esta delirante disparidad me llevó a preguntarme si el fenómeno era inherentemente inconsistente per se, o si por el contrario era una interacción parapsíquica con los testigos la que causaba esta evidente maleabilidad estética.  En este punto es donde el inconsciente de los testigos juega un papel crucial. Según mis pesquisas, el "agente externo" parece usar el conocimiento, las creencias, e incluso los miedos del observador para construir la narrativa del encuentro en una compleja arquitectura psíquica. En este sentido, un agricultor medieval podría haber descrito un avistamiento como una aparición religiosa, mientras que una persona en la era moderna podría reinterpretarlo como un encuentro con pilotos alienígenas. Ambos eventos podrían estar originados por el mismo "agente externo" en inicio, pero la interacción cultural hará que sean decodificados e interpretados de manera radicalmente diferente debido a los marcos temporales en los que se producen. Nadie duda que a lo largo de las décadas, la hipótesis extraterrestre ha dominado el discurso sobre el origen de los platillos volantes. Sin embargo, mi investigación, al igual que la de muchos otros compañeros, sugiere que esta explicación es demasiado simplista para abarcar la complejidad del fenómeno, o al menos lo que tenemos acopiado en los archivos. No estoy negando la posibilidad de vida en otros planetas, pero creo que limitar nuestro enfoque a esta hipótesis podría estar desviándonos de una comprensión más profunda de lo que realmente está ocurriendo. Pero ¿Qué o quién provoca estas manifestaciones?

He llegado a considerar la posibilidad de que el fenómeno OVNI pueda estar relacionado con una realidad que coexiste con la nuestra pero que solo se manifiesta bajo ciertas condicionantes. El "agente externo" podría ser una entidad interdimensional, o una manifestación de una realidad que aún no comprendemos plenamente. Esta idea no solo desafía nuestras nociones de espacio y tiempo, sino que también sugiere que el fenómeno podría estar más ligado a la conciencia humana de lo que jamás habíamos imaginado. Mi trabajo en "Agente Externo" no pretende ser la última palabra sobre el fenómeno OVNI, sino más bien un paso hacia una comprensión más matizada y compleja de lo que tenemos entre manos. Creo que es crucial que nos alejemos de las explicaciones simplistas y consideremos la posibilidad de que el fenómeno OVNI es una interacción entre nuestra realidad y otra que aún no comprendemos. En última instancia, la teoría de la distorsión y el concepto del "agente externo" son intentos de abrir nuevas vías de investigación y pensamiento en un campo que, durante demasiado tiempo, ha estado atrapado en explicaciones que no logran abarcar la totalidad de la experiencia humana con lo desconocido. Espero que este enfoque inspire a otros investigadores a explorar estas ideas y a contribuir a una comprensión más profunda y rica del fenómeno OVNI. En última instancia, he llegado a aceptar que estos encuentros pueden ser una experiencia profundamente personal, algo que afecta e influye en los individuos de manera única e intima. 

Puede que no haya una explicación definitiva, pero eso no me desanima en mi búsqueda. Al contrario, me motiva a seguir explorando, con la mente abierta y la disposición a aceptar que algunas respuestas podrían estar más allá de nuestro alcance. Y quizás, en ese misterio sin resolver, en la duda y la interrogante que nos plantean estas apariciones, reside la verdadera esencia de lo que nos atrae hacia los cielos en busca de respuestas, o quizás hacia los confines de la realidad... el camino.

 




 JOSE ANTONIO CARAV@CA


Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor. Propiedad de José Antonio Caravaca.

 

 

 

 

 

martes, 1 de octubre de 2024

DISTORSION: LOS ENCUENTROS CERCANOS CON OVNIS NO SON UN FENOMENO TECNOLOGICO

 




Mi interés por el fenómeno OVNI siempre ha estado centrado en el estudio y análisis de los encuentros cercanos, ya que siempre he considerado que son los eventos de mayor alta extrañeza dentro de la casuística y, que además, más parecen desafiar cualquier explicación convencional. Y es que, desde un principio, me sentí profundamente atraído por aquellos increíbles y extraordinarios testimonios de personas que no se limitaban a relatar simples avistamientos lejanos de luces en el cielo, sino que implicaban encuentros directos con los ocupantes de los platillos volantes en situaciones cargadas de elementos bizarros que parecían romper por completo las reglas de la realidad tal como la entendemos. En las distancias cortas el fenómeno se revelaba como algo más que la posibilidad de que estemos siendo visitados por inteligencias extraterrestres (HET). Muchas de estas experiencias estaban más próximas a las visiones de los místicos o a algún otro tipo de encuentro con lo sobrenatural que a una observación casual del aterrizaje de una todopoderosa civilización extraterrestre. Además la irrupción caótica de diferente fenomenología paranormal en la vida de los testigos no hacían presagiar nada bueno para la HET

Con el tiempo, entendí que era crucial abordar estos relatos no solo como fenómenos aislados que habían brotado a partir de 1947, sino como una continuación de un rico folclore que ha acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Al igual que otros estudiosos defiendo que existe una conexión entre los encuentros cercanos con OVNIs y las antiguas tradiciones de extrañas entidades y criaturas que han sido descritas en múltiples culturas a lo largo y ancho del planeta. En este sentido, me parece que el fenómeno OVNI no es nada nuevo; más bien, es una versión actualizada de manifestaciones añejas que nuestros antepasados interpretaron como hadas, demonios, duendes, o seres celestiales, cada uno adaptado el fenómeno a la cosmovisión y las creencias de su época, pero que a su vez, lo más extraordinario es que el fenómeno parecía aceptar este rol en sus escenificaciones.

Desde un principio asumí que no debíamos comprar la imagen que se nos presentaba en estos encuentros como lo que pretendía ser, o sea, un reflejo fiel de la verdadera naturaleza o el origen. Entiendo que lo que observamos es solo una representación distorsionada, un eco de algo más profundo y complejo que juega ampliamente con nuestros modelos socioculturales. Aquí es donde entra en juego lo que he denominado la "Teoría de la Distorsión". En esencia, esta idea propone que lo que vemos y experimentamos durante un encuentro cercano está profundamente influenciado por nuestras propias creencias, expectativas y el contexto cultural en el que vivimos. Es decir, el fenómeno OVNI no se presenta de manera objetiva o pura; está filtrado por nuestra mente y nuestras percepciones, que, a su vez, están condicionadas por factores sociales e históricos. Y lo más extraño de todo, es que estas particularidades, el fenómeno las hace suyas como vehículo de expresión. Uno de los puntos clave es comprender la similitud entre los relatos de encuentros con platillos volantes y los mitos y folclores antiguos. A lo largo de los siglos, la humanidad ha reportado múltiples encuentros con entidades y seres de todo pelaje que, aunque reciben nombres diferentes según la época y la cultura, comparten muchas características en común, como aparecer y desaparecer a su antojo, venir acompañados de luces o fulgores, o ser portadores de ambiguos y desconcertantes mensajes que no aclaran nada de sus motivaciones o intenciones.  Lo que parecía indicar que, de forma soterrada, los observadores, tenían un papel crucial a la hora de dar forma a la estética de estas manifestaciones. En otras palabras, parecía que había una especie de comunicación encubierta entre los testigos y el fenómeno, en la cual los detalles de la escenografía que se observaba eran telegrafiados desde el inconsciente de los individuos. ¿Es posible que lo que vemos en un encuentro cercano no sea más que un reflejo de nuestras propia psique proyectada de vuelta hacia nosotros por una fuerza desconocida? Lo que es indudable es que, a pesar de que han pasado muchas décadas, ningún investigador de lo forteano ha logrado desentrañar el misterio que persigue incansablemente en su disciplina. Ni tenemos un Bigfoot, ni un fantasma y muchos menos un ufonauta atrapado para su exhibición pública. Es como si hubiera una infranqueable barrera que nos impidiera acceder a la verdadera naturaleza o esencia de estas manifestaciones, una barricada elevada por nuestra propia percepción y por los condicionamientos socioculturales que a modo de ruido nos impide escuchar con claridad el mensaje.

De esta forma, llegué a una conclusión que vertebra por completo mi percepción de estos eventos, y es que lo observado está inevitablemente influenciado por el observador. El fenómeno OVNI, a través de los años, ha demostrado una capacidad camaleónica para abrazar la forma que mejor encaja con las creencias y los mitos vigentes en cada momento de la historia. De hecho incluso los informes ufológicos de las décadas de los cincuenta y sesenta tienen una pátina asociada a la tecnología de la época que hace que dichos sucesos a día de hoy nos parezcan vintage e incluso ridículos. Por tanto, si el fenómeno puede cambiar su apariencia de esta manera, ¿cómo podemos confiar en que lo que vemos refleja su verdadera naturaleza? Pero sobre todo, ¿es el fenómeno el que cambia a voluntad para engañarnos o son los testigos los que en última instancia promueven estos cambios estructurales en la apariencia de las manifestaciones?

En este sentido, la Teoría Distorsión, ofrece una aproximación al núcleo del problema partiendo de la base de que los encuentros cercanos con OVNIs no son experiencias objetivas en el sentido tradicional, sino que están condicionadas y acotadas por la psique del testigo y por factores culturales y sociales. Estamos ante unas visiones maleables y altamente interactivas que son producto de una serie de conjunciones que se mezclan de forma impredecibles para crear una escenografía que recibe nomenclaturas sobrenaturales, tales como apariciones marianas, encuentros con animales o monstruos desconocidos, experiencias con espíritus, o relatos de hadas. Por lo que el testigo desempeña un papel activo en la construcción de la experiencia, y el fenómeno OVNI funciona como una especie de "catalizador" que activa una respuesta psicológica y cultural en el individuo, dando lugar a una experiencia que es tan personal como universal. Esto podría explicar por qué los relatos de encuentros cercanos varían tanto entre personas, y por qué los detalles de las descripciones a menudo reflejan elementos profundamente ligados a las creencias y expectativas individuales. Incluso los escenarios observados parecen ajustarse a ciertas zonas geográficas, lo que sugiere un factor endémico en las apariciones. En otras palabras, las estéticas de estos fenómenos necesitarían una transmisión cultural para que ciertos roles fueran conocidos y representados por el fenómeno en otros lugares. Esto, a su vez, indicaría que las manifestaciones forteanas no son las creadoras de esta manipulación estética, sino que se ven influenciadas por los contextos culturales existentes.

Desde este enfoque el fenómeno OVNI no puede ser entendido únicamente desde una perspectiva materialista o física. Si bien es tentador y sugestivo pensar en los platillos volantes como naves de otros mundos con tuercas y tornillos, la realidad parece ser mucho más compleja ya que podemos estar simplemente ante una actualización de un fenómeno ancestral que acompaña al ser humano desde los albores de su existencia. La interacción entre el fenómeno y el testigo crea una especie de "teatro" en el que los elementos visuales, narrativos y emocionales se entrelazan para producir una experiencia única que desafía cualquier intento de catalogarla o clasificarla de manera definitiva en algún marco conocido por nuestra ciencia. La clave podría residir en que no estamos lidiando con algo totalmente exógeno que actúa de manera independiente, sino con una interacción entre un agente externo desconocido y la mente de los observadores. Esta comunicación entre partes distorsiona lo que percibimos, creando una pantalla hipnótica que se resiste a las explicaciones convencionales. Es como si el fenómeno tuviera la capacidad de expandirse en nuestra realidad sobre la base de nuestras creencias y expectativas personales, adaptándose a ellas para crear una experiencia absolutamente envolvente e inmersiva que nos resulta en cierta medida  comprensible, pero que en realidad oculta una naturaleza más profunda. Es importante comprender, para no llegar a equívocos, que las experiencias ufológicas existen independientemente del testigo, pero muy probablemente no responden a un fenómeno tecnológico tal y como lo hemos asumido. Creo que las apariciones de luces o entidades siguen ciertos patrones comunes en su forma inicial, posteriormente, ya sea por la distancia o el tiempo de exposición, en un determinado momento la estética de la manifestación adquiere unos rasgos estéticos muy definidos debido a la interacción con los observadores. Y curiosamente esta estética que vemos en algunas manifestaciones forteanas es lo suficientemente clara, para que no tengamos dudas de que nos hallamos frente a unos visitantes extraterrestres, unos ángeles, difuntos o duendes.

No todas las personas que presencian estas apariciones logran interactuar con ellas de manera que las mismas "reaccionen" o "muten" ante su presencia. Lo interesante es que estas experiencias pueden despertar en nosotros ciertos cambios, o efectos paranormales dependiendo de cuán inmersos estemos en el evento. Aunque estas experiencias ocurren fuera de la mente del testigo, tienen profundas ramificaciones internas. Parecen ser una superposición de realidades: la física y la psíquica que dan paso a una tercera vía. En cuanto a las secuelas físicas que a veces acompañan estos eventos, parece que no siempre actua del mismo modo, por ejemplo, los OVNIs, que emiten luz, no siempre producen los mismos efectos en el entorno o en quienes los ven. La interacción del testigo con el fenómeno parece ser clave también para determinar el impacto de los encuentros o sus repercusiones.

Es importante destacar que los encuentros con estas entidades o fenómenos a menudo incluyen una serie de elementos comunes, como estados alterados de conciencia, zumbidos, cambios en la percepción del tiempo y el espacio, e incluso el despertar de habilidades extrasensoriales. Estas características nos hacen pensar en experiencias similares registradas a lo largo de la historia, en las que las personas han reportado encuentros con otras criaturas extrañas o entidades misteriosas alejadas a priopri de lo OVNI.

Cuando presenciamos un encuentro cercano con supuestos habitantes de otros mundos, lo que estamos registrando no es exactamente lo que está ocurriendo frente a nosotros. Es más bien como ver una película a través de unas gafas de realidad aumentada que distorsionan la escena, adaptándola a las creencias y expectativas de cada espectador. El fenómeno OVNI, por ejemplo, podría formar parte de un vasto universo cognitivo que nuestra mente intenta descifrar utilizando "códigos" que nos resulten comprensibles. Este filtro mental nos impide ver el fenómeno tal cual es, y en su lugar, lo interpretamos y percibimos de manera limitada o incluso alterada, ya que nuestra psique se esfuerza por darle sentido a algo que, en esencia, está más allá de lo que podemos comprender del todo. Lo que observamos, entonces, no es la realidad completa, sino una versión adaptada que encaja con nuestra forma de entender el mundo, tanto el conocido como el misterioso.

Esto explicaría por qué dos personas pueden experimentar el mismo fenómeno pero interpretarlo de maneras completamente diferentes. Una persona podría verlo como un OVNI, mientras que otra podría interpretarlo como una aparición divina. El fenómeno es real, pero cada mente lo "traduce" de manera distinta según sus propios filtros y creencias. Comprender que esta distorsión existe es el primer paso para empezar a descifrar qué es lo que realmente estamos presenciando. Aunque tal vez nunca lleguemos a entenderlo por completo, aceptar que lo que vemos está filtrado por nuestra mente es clave para acercarnos un poco más a la verdadera naturaleza de estos fenómenos.

 

 

JOSE ANTONIO CARAV@CA

Prohibido la reproducción total o parcial del material incluido en el presente blog sin previa autorización del autor. Propiedad de José Antonio Caravaca.