Existen terremotos que pasan desapercibidos. No sacuden edificios ni generan pánico pero se registran en los sismógrafos. Los expertos saben que estos pequeños hitos pueden marcar el inicio de una serie de tensiones ocultas que, acumuladas en el tiempo, pueden desembocar en un gran seísmo de mayores consecuencias. Son señales tempranas, avisos silenciosos de un gran cambio mayor que se gesta bajo la superficie.
Y algo muy parecido puede ocurrir con los trabajos de Néstor
Berlanda y Juan Acevedo. Su reciente presentación en público durante el IX
Congreso de Ovnilogía de Victoria, Entre Ríos (Argentina) puede interpretarse como
uno de esos movimientos iniciales: una vibración apenas perceptible que, sin
embargo, anuncia un cambio más profundo.
Las conclusiones presentadas por los investigadores del CIFO
son el resultado de años de observación rigurosa y estudio sistemático de los
llamados encuentros extraordinarios. Se trata de experiencias que arrastran
nuestra percepción hasta los márgenes de lo imaginable, situándose en un
territorio donde los marcos tradicionales del conocimiento parecen diluirse,
rozando a veces el absurdo y lo onírico. Estos sucesos, que hasta ahora han
resistido con firmeza cualquier intento de abordaje científico convencional,
continúan siendo un auténtico misterio sin resolver.
Dentro del amplio universo de lo desconocido, los fenómenos
relacionados con los OVNIs han destacado, y literalmente, con luz propia. Estos
eventos, caracterizados por un elevado y demoledor grado de alta extrañeza,
presentan un paisaje tan complejo como elusivo. Su singularidad radica en que
no se limitan a lo físico o material, sino que entrelazan elementos
psicológicos, culturales, simbólicos e incluso ontológicos, conformando una
ecuación abierta, de múltiples variables, cuya resolución sigue escapando a
nuestra evaluación. Y es por ello que necesitamos continuamente repensar una y
otra vez todo el material acopiado hasta la fecha en busca de la salida del
laberinto.
Y en pos de encontrar esas ansiadas respuestas, recientemente
Néstor Berlanda y Juan Acevedo han expuesto con gran brillantez parte de sus
conclusiones condensadas en dos marcos teóricos complementarios bautizados por
los autores como: la Teoría Simbiótica Multidimensional (TSM) y la Teoría de
Interfusión Cognitiva Simbólica (TICS).
Esta nueva hoja de ruta, obviamente siguiendo la línea de
trabajos anteriores, tiene la intención de elevar el debate sobre los
controvertidos encuentros con platillos volantes y ocupantes más allá de la
tesis extraterrestre. Lejos de reducir estas experiencias a simples visitas de
seres provenientes de otros planetas, su propuesta quiere repensar nuestra
forma de percibir y categorizar estos sucesos, entendiendo que podrían ser
manifestaciones mucho más asombrosas si cabe, al vincularlas a la propia
estructura de la conciencia humana y a nuestra relación con lo simbólico, lo
sagrado y lo desconocido/sobrenatural/milagroso/místico/forteano. Esta
interesante perspectiva, propuesta por ambos estudiosos, se atreve incluso a
retroceder a los orígenes mismos de la mente simbólica, explorando los primeros
indicios de estados alterados de conciencia en la historia de la humanidad. Se
trata de esos momentos fundacionales en los que nuestros ancestros, bajo el
influjo de plantas alucinógenas o prácticas rituales, se adentraron en trances
visionarios dentro de la oscuridad de las cavernas. Allí, en contacto con lo
invisible, comenzaron a intentar construir o vertebrar un lenguaje o código para
lo inefable, dando lugar a mitos, imágenes y relatos que, de algún modo,
podrían estar en la raíz de los fenómenos que hoy seguimos intentando
comprender pero bajo modernos disfraces. En aquellos primeros contactos
nuestros antepasados percibían estas realidades como procedentes de otras
dimensiones existenciales o como fruto de la interacción con otras
inteligencias con diversos orígenes. En ese contexto, lo extraordinario no era
un fenómeno ajeno ni debatible, sino parte integral de su cosmovisión, y el
chamán actuaba como mediador entre mundos.
Las teorías de la TSM y la TICS pretenden recuperar ese
legado ancestral, proponiendo que el fenómeno OVNI podría ser una manifestación
contemporánea de esa misma conexión entre la conciencia humana y una
inteligencia no ordinaria, que se expresa mediante símbolos, arquetipos y en
algunas ocasiones lleva a cabo o propicia experiencias transformadoras o reveladoras.
Así, lo que hoy llamamos "encuentros" podría tener raíces tan
antiguas como la humanidad misma, revelando un diálogo milenario entre nuestra
conciencia y lo que se podría denominar de forma genérica como lo ignoto.
La Teoría Simbiótica Multidimensional: un vínculo simbiótico
con otras realidades
La Teoría Simbiótica Multidimensional parte de una idea
provocadora: los encuentros con lo insólito no son simples observaciones de
objetos físicos desconocidos, sino eventos poderosamente transformadores que
activan una relación simbiótica entre el testigo y una inteligencia no humana.
Esta relación ocurre en múltiples niveles de realidad—no necesariamente
físicos—y se manifiesta a través de contenidos simbólicos, culturales y
psicológicos. En lugar de centrarse en la procedencia de “los objetos”, la TSM
se enfoca en los efectos que el fenómeno produce en la conciencia, sugiriendo
una especie de co-evolución perceptual entre humanidad y fenómeno.
La Teoría de Interfusión Cognitiva Simbólica: el cruce entre
mente y símbolo
Complementando esta visión, la Teoría de Interfusión
Cognitiva Simbólica propone que el fenómeno no se impone como algo externo que
simplemente “ocurre”, sino que se entrelaza con el sistema cognitivo del
testigo a través de símbolos culturalmente significativos. Así, las
manifestaciones del fenómeno se adaptan al contexto simbólico y mental del
observador, funcionando como un espejo amplificado de sus estructuras internas.
Esta interfusión genera experiencias que, aunque compartan patrones comunes,
siempre resultan subjetivas y profundamente interpretativas por cada
receptor/observador. Como si cada visión se adaptara a cada testigo de forma
personalizada.
Ambas nociones desarrolladas por los estudiosos del CIFO
coinciden en una premisa clave: el fenómeno OVNI no puede reducirse a una
lógica lineal ni analizarse únicamente desde la física o la psicología. Ni
puede ser trasladado a un laboratorio. Se trata de una interacción compleja,
posiblemente con una inteligencia que se manifiesta a través de filtros
simbólicos y perceptuales que todavía no comprendemos del todo. Algo que
transciende el lenguaje o la comunicación tal y como lo conocemos.
Lejos de centrarse únicamente en preguntas como ¿qué son los
OVNIs? o ¿de dónde vienen?, tanto la Teoría Simbiótica Multidimensional como la
Teoría de Interfusión Cognitiva Simbólica insisten en la necesidad de
replantear el enfoque hacia interrogantes más profundas de tipo: ¿cómo se
producen estas experiencias? ¿por qué ocurren? Y sobre todo, ¿qué nos revelan
acerca de la mente humana, de nuestras estructuras de creencias y de nuestra
posición dentro de una realidad mucho más vasta y desconocida de lo que hemos
imaginado?
La conciencia para mis admirados Néstor Berlanda y Juan Acevedo
representa la “llave maestra” que puede abrir la puerta de los secretos del
universo y de los misterios que lo rodean. ¿Te atreves a buscarla? No ignores
la primera señal de advertencia…
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