¿Por qué las historias sobre OVNIs no se conectan en una
trama global? ¿Por qué cada episodio OVNI parece único e irrepetible? ¿Por qué
existen tantos tipos diferentes de extraterrestres? ¿Por qué algunos encuentros
con OVNIs parecen alucinaciones? ¿Por qué los contactos con los tripulantes de
los platillos volantes son absurdos y disparatados? ¿Por qué se registran fenómenos paranormales en las
experiencias ufológicas?
A estas alturas de la investigación, tenemos claro que los
encuentros cercanos con OVNIs no son producidos por eventos físicos usuales, o
sea, los testigos no están observando el aterrizaje de una nave interplanetaria
tripulada por científicos provenientes de una lejana galaxia. Es más probable
que todo esto que hemos etiquetado y estudiado como encuentros cercanos con
OVNIs sean, en realidad, fugaces visiones de una realidad ampliada, que a veces
es perceptible para algunas personas. Y es que desde los albores de la
humanidad se ha especulado con la existencia de unos “reinos invisibles” habitados
por unos seres o entidades intermedias entre los Dioses y los demonios, que son
capaces de entablar diálogos y relaciones con determinadas o elegidas personas.
Todas las culturas de la tierra poseen abundantes tradiciones orales y escritas,
enmarcadas en los ritos chamánicos, místicos o mágicos, que describen los encuentros
con estas realidades alternativas y sus “habitantes”. Pero lo más curioso de
esta cuestión, a tenor del variopinto folklore registrado, es que, aun
conservando algunas líneas estructurales comunes (dioses/demonios/reinos
ocultos), todas estas tradiciones “mágicas” parecen desarrollarse de forma
distinta, según el individuo o cultura que la perciba. Lo que indicaría que la percepción
y contacto con este fenómeno tiene que sufrir algún tipo de “influencia” o
“decodificación” por parte de la psique de cada testigo que la hace
sustancialmente distinta a la de otra persona. Y es la principal causa de que estos paradigmas tengan una pátina tan
personal e intransferible a la hora de confrontarse entre ellas. Hay que tener en cuenta, como punto vital de nuestras
investigaciones, que en la mayoría de ocasiones, las visiones y contactos con
estos “reinos invisibles” o sus “moradores” no se realizaba de forma física,
sino que los diferentes “iniciados” lo hacían a través de trances, sueños o
visiones, o sea, en un amplio espectro de estados mentales alterados. Por
lo que más que viajes o encuentros físicos, estas experiencias eran potentes y
reveladoras vivencias psíquicas (espirituales) para sus protagonistas. En el
caso de los encuentros cercanos con OVNIs, la principal y quizás única
diferencia importante para nuestro estudio, con las tradiciones “mágicas” antes
expuestas, es que, en este caso, “algo” desde esa “otra” realidad establece un
“puente” de contacto entre ambos mundos. Abriendo una fisura, por la que esos
“reinos invisibles” pueden acceder, parcialmente, a nuestra realidad. No nos
hallamos ante un brujo, chamán, iniciado o religioso que pretende acceder
voluntariamente a un estadio mental que le permita acceder a un contacto con
sus dioses o ingresar en sus “reinos”. En el fenómeno OVNI estamos ante otro
escenario. Por lo menos aparenta que la “visión” se halla incrustada en mitad
de nuestra realidad cotidiana. Por tanto, la casuística que hemos registrado en
70 años, sería el resultado de una irrupción, súbita e inesperada, por parte de
los testigos, en esta realidad ampliada que de alguna manera se «retroalimenta»
de su inconsciente para plasmarse ante sus ojos. En la cuestión OVNI, y
probablemente en otras del índole de las denominadas anomalías, un “agente
externo” desde ese universo desconocido, por razones que quizás tengan que ver
con la conformación cerebral/neuronal de los testigos, decide establecer un
contacto directo entre ambas realidades a través, precisamente de la psique de
las personas. Por tanto, los testigos no son conocedores de lo que va a ocurrir
y están sujetos a modificar el fenómeno, de una manera mas amplia y
desconcertante, que aquellas personas que tienen un interés y propósito preconcebido
en sus contactos.
Pero ¿cómo se produce esto? Estas experiencias se originan
cuando el “agente externo” (un tipo de una “entidad psíquica”) que habita en
esta porción de realidad oculta a nuestros sentidos ordinarios, interacciona
con la psique de los testigos, y es capaz de fabricar «capas» dimensionales
efímeras, en la frontera entre ambos universos, que contienen los elementos
descritos por la mitología OVNI. Y esto es provocado por la interferencia que
produce la psique humana en lo percibido. Y es que, al igual que los “psiconautas”
interfieren en el contenido de sus visiones sagradas o mágicas, los testigos
con la información contenida en su inconsciente, aportan, sin ser consciente de
ello, casi todo el material “visual/narrativo” que va a configurar el contenido
de la experiencia ufológica. Ya que la psique de los observadores, al ingresar
momentáneamente en esta realidad, logra traspasar las barreras de la conciencia
ordinaria, lo que le permite, entre otras cosas, construir y añadir elementos
en un escenario que se erige en una zona fronteriza entre ambos universos. Y es
que bajo ese «influjo psíquico» los testigos pueden interaccionar con esa otra
realidad ampliada, de una forma totalmente diferente a la conocida, creando su
contenido en ese mismo momento de forma instantánea sin tener nada previsto.
Por esa razón, los contenidos son altamente creativos, maleables e
impredecibles. Y es por eso también, que las experiencias anómalas se
manifiestan en un abanico tan amplio de representatividad (fantasmas,
apariciones marianas, OVNIs, etc.), ya que el contenido arquetípico, cultural,
folclórico, social, etc. del imaginario humano es tan amplio y rico en detalles
y matices, que ofrece un campo de “actuación” casi infinito.
Los OVNIs son una nueva metáfora, una nueva forma de
expresión de esta realidad ampliada para mostrarnos la existencia de un
universo psíquico de amplias repercusiones para la conciencia humana. Los
platillos volantes son reactualizaciones de mitos y folklores antiguos, pero
que conservan el mensaje interno: 1.- Existen otras realidades 2.- Hay otras
formas de vida. Solo la apariencia externa del fenómeno se transforma a medida
que la civilización humana avanza, ya que, de otra forma, bajo otros “ropajes”,
el portador del mensaje no estaría a la altura que espera el individuo. Y como
la participación de las personas determina muchos aspectos de sus experiencias,
es probable que lo visualizado se adecue a los pensamientos reinantes. No
obstante, en esta misma época, en otro contexto cultural, el agente externo
puede manifestarse utilizando roles mas arcanos y primitivos. Todo depende del
testigo, como catalizador de estas realidades, edificará una construcción
mental adecuada a sus intereses, que sea la portadora del mensaje. Aunque, como
hemos registrado, en la mayoría de ocasiones los testigos no son capaces de
integrar totalmente su experiencia anómala en su vida cotidiana, y comprender
realmente el sentido y la trascendencia de lo percibido.
La tecnificación de la sociedad y el alejamiento cada vez
mas profundo de las raíces humanas, conlleva que estos puentes, entre ambos
universos, sean más difíciles de establecer. Los encuentros incitados por el
agente externo tienden a desaparecer en función que los individuos, las llaves
necesarias para establecer estas conexiones estén mas alejados de ciertas
frecuencias mentales. Al fin y al cabo, hablamos de la evolución de la
conciencia y la existencia de otros niveles de realidad. Quizás algún día la
ciencia de forma analítica pueda explicar algunas de estas cuestiones, pero de
lo que cabe duda, es que hemos elegido el camino mas largo y mas frio…JOSE ANTONIO CARAV@CA
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