domingo, 3 de enero de 2021

OVNIS: SOBRE MANDALAS QUE SE VEN EN LOS CIELOS


 



Mis estudios sobre los encuentros cercanos con ovnis han señalado que tanto la estética como la narrativa de dichos episodios están muy relacionados con el inconsciente de los testigos. Aunque la conclusión a la que he llegado es que más que pertenecer a un colectivo de creencias representadas a través de un único símbolo, el famoso mandala propuesto por Carl Jung, los ovnis y sus ocupantes parecen erigirse principalmente bajo la información psíquica perteneciente a un solo individuo (el testigo). 

Pero ¿qué significa esto? Por lo pronto que, por un lado, el fenómeno ovni se construye bajo patrones socioculturales muy específicos y por otro lado, que estos recursos son aportados, aunque de manera involuntaria, directamente por los testigos cuando están presenciando estas manifestaciones. Como si la decodificación del paradigma ufológico pasara bajo los particulares filtros de cada individuo que experimenta estos encuentros sin tener en cuenta los incidentes precedentes. Y aunque está claro que estamos enfrentados a experiencias globales, por el contrario, su desarrollo y composición es netamente personal, por lo que resulta muy complejo la unificación de criterios (a nivel de casos) más allá de poder registrar y anotar las características del modus operandi de estas irrupciones anómalas. Y es que, a mi entender, lo fundamental para empezar a comprender el enigma ovni, seria descifrar y comprender por qué los testigos ven lo que ven, y por qué lo perciben de esa determinada manera.

¿Y dónde nos lleva esto? A que, probablemente el fenómeno ovni no se está expresando bajo una única imagen o un único mensaje, sino que deja que cada testigo lo adorne o revista bajo un especifico aspecto que juega con el amplio estereotipo cultural de la visitación extraterrestre. Pero siempre desde el punto de vista humano.


Al margen de su realidad física, Carl Jung pensaba que los OVNIS eran proyecciones del inconsciente colectivo a través de un potente arquetipo universal; el mandala. Este símbolo era la representación de la divinidad encarnada en el ser humano a través del alma. Para el célebre psicólogo suizo los platillos volantes eran una suerte de mensaje catártico dirigido a la humanidad después de unos años convulsos y de grandes tensiones globales. 







En los sucesos de mayor proximidad con los testigos todo el escenario conformado parece estar muy relacionado con los protagonistas, como si la presencia de los observadores interfiriera de alguna manera en lo manifestado. Y esto explicaría la alta maleabilidad e inestabilidad de la casuística ufológica. 
Las descripciones de los elementos que componen el paradigma ovni (el binomio nave y ocupante) no son homogéneos o coherentes con un supuesto fenómeno estable de una naturaleza exclusivamente física ordinaria (que estamos siendo visitados por 1 o varias civilizaciones extraterrestres). Los ovnis parecen ser la manifestación de un fenómeno psicodimensional capaz de materializarse siguiendo las instrucciones estéticas y narrativas del inconsciente de los observadores, demostrando que tal vez toda nuestra literatura ufológica está sustentada sobre una coraza de creencias y factores socioculturales que arropan un paradigma genuino, pero filtrado (no confundir con interpretación) a nivel cognitivo por la interacción con los testigos.
Si los platillos volantes fueran el mensaje del inconsciente colectivo, mediante la efigie mítica del mandala propuesto por Jung, la imagen transmitida por el fenómeno ovni sería mucho más uniforme y hasta cierto punto estática, sin embargo, la casuística ufológica nos indica todo lo contrario. El círculo no es el símbolo primordial ni universal de los ovnis. Ni mucho menos. Cada individuo parece acceder a una aparente misma "señal", pero bajo sus patrones socioculturales la decodifica de una determinada manera anulando por completo el supuesto propósito (si es que existe) del emisor, al menos en cuanto a su apariencia.
 
 




 


JOSE ANTONIO CARAV@CA

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